sábado, 20 de abril de 2019

CAMPAÑA PROCESIONAL

Curiosa campaña esta. De no haber sido por las discordias en torno al debate -o los debates televisivos-, todo discurría en una cierta tónica apacible y casi indiferente. La coincidencia con un período como el de Semana Santa ya hacía prever una disminución de la intensidad, de modo que los estados mayores de los partidos tendrían que hacer verdaderos esfuerzos de imaginación creativa para captar la atención de los electores o mantener la motivación hasta bien entrada la campaña. No bastaba con discursos sensatos ni mentiras desatadas ni absurdos inmisericordes ni hurgar en las heridas de las cloacas ni las invocaciones nostálgicas o revanchistas... Lo propositivo volvía a quedar en segundo plano. Hasta los debates, veremos.

Todo estaba preconfigurado con antelación: dos bloques y cinco partidos. Pero los rasgos generales indicadores de una campaña distinta son claros: la cartelería ha disminuido un montón, hasta el punto de que algunos ayuntamientos ni siquiera han instalado paneles para la pegada y reposición. Las pancartas pasaron a mejor vida. Megafonía, con música o cuñas, ni está si se la espera. Mitines, los justos, cuanto más asegurados de asistencia mediana, mejor. Paseos o caravanas de coches, demodé. Algunas sedes de partidos, otrora caracterizadas por la efervescencia, ahora aparecen cerradas y sin información sobre horarios. La movilización no se hace ahora desde los cuarteles generales para ganar la calle en las fechas previas a los comicios: ahora hay que hacerlo para conquistar las redes sociales, para multiplicar mensajes digitales, para esparcir bulos, paparruchas y descalificaciones o para difundir algunas imágenes, entre informativas o relevantes de patinazos y extravagancias.

Denuestos y más denuestos... Especulaciones y plétora de conjeturas.

Y eso que algunos medios han ofrecido análisis comparativos y estudios minuciosos de las ofertas programáticas. Hay hasta detectores de mentiras o deformaciones con que candidatos y dirigentes convierten algunas afirmaciones y algunas estadísticas. Pero no dejes que lo sustancioso o lo esencial prepondere sobre un titular hiriente, grueso o llamativo.

En algunas localidades, como pudimos comprobar el jueves en la ruta norte de la isla, no pareciera ni que estamos en campaña. El asueto o el fervor se imponían. Qué tiempos aquellos en los que a las nueve de la mañana ya había un parte de las carencias de recursos de campaña en los barrios o de la distribución del mailing a mediodía sí era con candidatos, mejor- a la vez que se anunciaba el acto de la tarde-noche.

Esto ha cambiado, vaya que sí. Ahora la inmediatez tiene otra cara y otros reflejos. Ahora predominan los postureos. Que circulan por esas redes a velocidad de vértigo, da igual susurrando a las vacas que echando unas manitas de dominó.

Con tal de aparecer. Por eso no ha faltado campaña procesional, claro.

1 comentario:

Cecilia Domínguez Luis dijo...

Acertado artículo, Salvador. Y, ya que estamos en Semana Santa, te diré que la "Biblia" de algunos es "El Príncipe", y así nos va