¿El
qué? La vertiginosa circulación en las redes sociales de bulos y
mensajes de odio. ¿Cómo? Afrontarla, combatirla, siquiera
reducirla.
Ese
fue el dilema planteado en el Seminario de Iberoamericano de
Periodismo y Comunicación celebrado en la antesala de Congreso
Internacional de la Lengua que tuvo lugar en Córdoba (Argentina).
La
directora de El
País, Soledad
Gallego-Díaz no dudó en afirmar que,mediante estos vicios, las
redes se están convirtiendo “en armas de distracción masiva”.
El mal uso de las mismas se ha disparado. Parecen una tentación
palpable y permanentemente abierta con tal de lanzar cualquier
engendro. De ahí surge la necesidad de diferenciar entre los
derechos a la información y a la comunicación, más concretamente,
entre periodismo y comunicación. El debate está abierto en los
propios medios, en foros y en géneros tan utilizados como la
tertulia.
La
misma Gallego-Díaz advierte de que es indispensable armarse de
profesionalidad para saber superar dudas y no solapar ámbitos. “La
comunicación no debe atender a reglas, faltaría más. Resulta una
actitud básica comunicarnos en la vida -dijo antes de precisar: “El
periodismo, para ser fiable, sí las tiene”.
En
ese contexto, surge la importancia de dotarse de códigos éticos
para la autorregulación, expuesta en vísperas de la campaña
electoral en forma de demandas trasladadas por las organizaciones y
colectivos profesional a los aspirantes a la presidencia del
Gobierno. El director de la Escuela de Periodismo UAM/El País, Alex
Grijelmo, interviniente en el citado congreso, señaló que “los
periodistas estamos amparados por la libertad de expresión; pero no
por el derecho a insultar o mentir”.
Por
cierto, ante la proliferación de anónimos o de fuentes que son
identidades falsas, Grijelmo concedió mucha importancia a la firma,
a la autoría reconocible con ella. Aunque parezca algo elemental o
básico, el periodista asegura que el nombre se ha convertido en todo
un símbolo de defensa. “Nuestro nombre en un artículo -proclama-
conlleva libertad de expresión y al tiempo responsabilidad de cómo
ejercerla”.
Qué
y cómo. Queda mucho por hacer e insistir para acercarnos a ese ideal
de lectores y consumidores de información críticos, capaces de
discernir sobre la oferta que se les presenta y de interpretar cuanto
contiene. Las amenazas de los vicios en las redes son tan nocivas
como el sesgo mediático derivado de causas como la concentración de
medios o el decantamiento ideológico.
Por
eso es tan importante diferenciar los derechos citados. Y respetar
las reglas y las formas. La protección de aquéllos y de las
libertades depende del rigor y de la profesionalidad. Ante los
tiempos que se avecinan, ante los riesgos que se vislumbran, ante los
males que se han enquistado, qué y cómo se configura como un doble
desafío al que hacer frente con formación, profesionalidad y máximo
sentido deontológico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario