lunes, 29 de abril de 2019

PUES PASÓ


Pues pasó. Ocurrió que el PSOE fue el partido más votado y Pedro Sánchez fortaleció su liderazgo, a un mes de otros comicios. Un registro histórico de participación acredita que los españoles fueron sensibles y quisieron ser sujetos activos de sus destinos en una nueva etapa plagada de no menos incertidumbres.
Sobre el papel, ganó la democracia pero… flota una cierta amargura con el resultado de la extrema derecha. Menos mal que es inferior a las expectativas y a algunas predicciones demoscópicas. Pero llama la atención que, a estas alturas, haya concentrado esos apoyos electorales una opción de cuyas convicciones democráticas cabe dudar. Tan solo escuchar el discurso guerracivilista es para preocuparse, cuando menos.
El roto está en el derechío conservador. Mucho y bien tendrán que pensar y actuar a ver cómo recomponen el maltrecho escenario. En el fondo, es como si ahora la ciudadanía castigó la corrupción de la etapa anterior. En las urnas no había tenido opción de hacerlo. Aznar ya sabe lo que tiene que hacer, sobre todo cuando Rivera, anoche mismo, se lanzó a por todas: el espacio para encabezar la alternativa. Pero su posición con la extrema derecha debe ser nítida y firme. Que mire el crecimiento indiscutible de los nacionalismos, otro de los hechos sobresalientes de la jornada electoral.
Comienza el juego de los pactos. Que dará para mucho, aunque habrá que aguardar a las elecciones europeas, autonómicas y locales para su concreción. Y a otros acontecimientos quizá no tan domésticos pues van labrando una tensión política, inquietante para el futuro que se avecina.
Nada, no desconecten que llega mayo y la campaña, con otros protagonistas y con escenarios ampliados, se reanuda.

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