La
concentración, con mucho de espontaneidad, como el espíritu de la
radio misma, terminó convirtiéndose en un programa en directo,
desde la calle, en el exterior de la sede. Solo con un dispositivo
que sirvió de megáfono y con los soportes de unos cuantos
dispositivos móviles para dar fe de lo que sucedía.
La
concentración de los trabajadores de Radio
El Día y El Día Televisión, en
plena jornada festiva, sirvió para hacer visibles las consecuencias
y para que pudieran despedirse. Unas decenas de oyentes y varios
compañeros les respaldaron. Algunos viandantes se sumaron.
Sindicalistas con banderolas. Se escuchó un grito, no secundado pero
revelador: “Periodismo precario, democracia en peligro”. La
sensación de orfandad fue progresivamente disminuyendo. Guillén Castellano, al micrófono, fue dando paso a testimonios de
profesionales y de oyentes, algunos cargados de inevitable emoción,
todos plenos de vitalidad radiofónica en los que se contrastaba las
ganas de seguir trabajando, de continuar sumando y comunicando. Una
queja común: ni siquiera les dejaron despedirse. Sin señal, o
barrado y a negro.
Pues
la concentración, ese programa, fue un canto de dignidad. En
directo, desde la calle. La dignidad a menudo pisoteada, la
desesperanza. Lo que significa un puesto de trabajo. Lo que supone
perder el empleo. Los empleados de las dos cabeceras dieron una
lección de dignidad, concentrándose allí, en plena vía, contando
respetuosamente sus cuitas, en demanda de algo, de una explicación,
de un diálogo pendiente que alimente la esperanza de volver a
conectar con la que gente que espera al otro lado.
Dignidad
porque la profesión les duele y su compromiso, con la información,
con los oyentes, con los televidentes, es superior. Fue un programa
improvisado, sin guión ni escaleta. Por eso se acentuó la dignidad,
por sentido de la responsabilidad y porque hay hechos que no merecen
pasar inadvertidos cuando tantas cosas están en juego y sufren
trances tan delicados: menor pluralismo informativo, pérdida del
empleo, para resumirlos.
Los
trabajadores dieron una lección de dignidad. Otro empujón a lo que
ya es algo más que un eslógan: sin periodistas, no hay periodismo.
Y sufren las libertades. Y pierde la ciudadanía.
Hoy,
otra concentración. Ánimo!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario