miércoles, 29 de mayo de 2019

PÒSIBILISMO INFINITO


Turno para los periódicos, para los medios en general. Es su tiempo, tras las elecciones y sus resultados para gustos, disgustos e insatisfacciones. Para aferrarse a tablas de salvación y para abrir crisis y dejar las puertas abiertas a lo que las voluntades quieran. Para contrastar la alegría y las frustraciones, el contento y la desazón.
Ola desatada de rumores, conjeturas y especulaciones. Ola de deseos plasmados en titulares. Que hay intereses en juego, no lo olvidemos. Y entonces, cada información, cada mensaje tienen toda la relatividad que las circunstancias aconsejan. De aquí al castillo, hay muchos gatos amarillos, si se nos permite la licencia.
Por tanto, todo es tan verdad como media verdad y como nada verdad. Nadie niega las dificultades para alcanzar una entente, máxime cuando la aritmética muestra su lado más descarnado. Combinaciones múltiples que luchan contra la coherencia ideológica. Pero, ¡ah!, ya se sabe: los supremos intereses generales, lo mejor para el conjunto de la sociedad, las coincidencias programáticas, la ansiada estabilidad… Bajo todo eso, a qué negarlo, laten otros impulsos, incluso los más prosaicos.
Bueno, pues en ese escenario tan revuelto, están también los medios. Serán días frenéticos de movimientos, de confidencias, de susurros convertidos en noticias que se abren en el maremágnum de la confusión y el desconcierto para dar pie a presunciones de anticipos y mayor credibilidad. Las fuentes, a buen recaudo: se trata de preservarlas para seguir cultivando y apreciando el valor informativo nutriente. Y para imprimir el sesgo que más conviene e interese.
De aquí a la constitución de instituciones y de designaciones, será un desfile de informaciones contradictorias y de mensajes entrecruzados. Serán días de posibilismo infinito. Por tanto, máxima reserva a la hora de creer que está todo hecho. O cerrado, como tanto se repite ahora.
Todo lo contrario, abierto, de par en par. Como para estar en la piel de los estrategas y los negociadores. Pero no se olviden: los poderes fácticos –entre ellos, la propia prensa, los propios medios- mandan mucho.
Y tienen sus preferencias, claro.

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