Como
saben, es el año de Agustín Espinosa García (Puerto de la Cruz,
1897-Los Realejos, 1939), según determinación adoptada por el
Gobierno de Canarias. El año espinosiano.
Se
cumplen ochenta años del fallecimiento del escritor, uno de los más
relevantes exponentes de las letras canarias y, en concreto, de la
estética surrealista. Entidades, organismos, centros de enseñanza y
colectivos están promoviendo iniciativas para dar contenido a la
fecha. Entre ellos, el Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias
(IEHC) que, desde el pasado martes, acoge una interesantísima
exposición que condensa la trayectoria vital, profesional y
literaria de un auténtico genio de las letras. Sirvió para arrancar
las fiestas fundacionales.
La
profesora Margarita Rodríguez Espinosa, pariente del escritor, en
justificada ausencia de la comisaria de la exposición, Ana María
García Pérez, tuvo a su cargo la explicación del contenido de los
paneles temáticos y de las vitrinas donde aparecen la documentación
personal, ediciones, primeros números y facísimiles y alguna
correspondencia perteneciente a Espinosa. Aludió a los antecedentes:
a aquel reconocimiento de 1981, cuando le fue tributado un homenaje
coordinado por la comisión de Cultura del Ayuntamiento, presidida
por Cristóbal Díaz Tena, y en cuyos preparativos intervinieron las
archiveras Emma Calero e Hilda Hernández, junto al inolvidable
escritor tinerfeño Domingo Pérez Minik y Agustín Espinosa
Boissier, el hijo menor del escritor. Fue colocada entonces, en la
fachada del edificio Teide, que ocupa el lugar donde se levantaba la
casa natal, una preciosa placa conmemorativa, con dos grabados de
Pacheco, uno de la casa y otro de la torre de la iglesia, y el
fragmento de una carta escrita por Espinosa en esa casa el año
anterior a la muerte. La comisaria quiso dejar constancia -y así
leyó Rodríguez Espinosa- de que no ha sabido de ningún homenaje
más, “aparte de la sustitución de esa placa por la actual losa de
mármol, fea y aburrida. En el IEHC se imparten periódicamente
conferencias y se publican artículos sobre el escritor en [la
revista] Catharum. La Tertulia de los Lunes se preocupa de mantener
vivo su recuerdo en Los Realejos, con frecuentes actos de
conmemoración, como las obligadas citas anuales cada 28 de enero en
el Cementerio de San Francisco de esa localidad, donde está
enterrado el escritor”.
La
carta que dirige a su prima María Teresa García Barrenechea -una de
sus sustitutos en la dirección del colegio Gran Poder de Dios,
segunda enseñanza-, ya cuando la parca acechaba, sigue emocionando.
Este fragmento, por ejemplo: “La ISLA aísla mucho más de lo que
en realidad parece. Y tanta agua azul, honda y áspera por medio.
Luego yo no sigo mejor. Cada vez tengo menos humor y menos fuerza. Me
fatigo por todo y hasta hablar me cansa. Soy una isla más dentro de
la isla. Una isla en régimen de ulceroso y hambre de bienestar y
noches durmiendo”.
Y
entre los paneles, con excelentes gráficas, sobresale el último. El
autor de la foto es Eduardo Westerdahl, pintor, crítico de arte y
escritor. Aparecen Pedro García Cabrera, poeta inmenso; Luis
Rodríguez Figueroa, abogado y escritor, detenido en el templo
masónico de la calle San Lucas de la capital tinerfeña; y Pérez
Minik, ensayista, crítico y director teatral. Un documento
histórico, sin duda, en el que el propio Pérez Minik, refiriéndose
a Espinosa (El Día, Santa Cruz de Tenerife, 30 de noviembre de
1980), sentencia: “Todos estamos en deuda con él, como escritor,
como amigo, como insular primero de las más serias apuestas. La
memoria que no nos deja tranquilos”.
Tomándolo
al pie de la letra, será cuestión entonces de no perderse la
conferencia de la comisaria de esta exposición, anunciada por la
misma Margarita Rodríguez Espinosa para el próximo miércoles 8 en
el mismo recinto, a la que seguirán, durante lo que resta de año,
otros versados testimonios referidos a la obra literaria de Agustín
Espinosa.
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