¿Qué pasó en la noche del domingo con los resultados
electorales en el municipio del Puerto de la Cruz? Alguien debería preguntarlo.
Alguien debería ofrecer una explicación.
Porque mientras desde la página del ministerio del Interior
se iba ofreciendo resultados y porcentajes a medida que avanzaba el escrutinio
de la práctica totalidad de las localidades, de la portuense no salía nada.
Mejor dicho: los ceros correspondientes. Transcurrió bastante tiempo hasta que
aparecieron los primeros registros, cuando la desazón ya era evidente al no
funcionar las aplicaciones sobre todo en los dispositivos móviles. Se
multiplicaron las llamadas: ¿qué estaba pasando? ¿Cómo era posible que de otros
municipios limítrofes, con parecido censo electoral, se accediera a información
on line y del portuense no se supiera
nada?
Puede que algún colegio electoral cerrase más tarde, como
consecuencia de una demora en su constitución y apertura. Puede que los
responsables tardasen más de la cuenta en transmitir las primeras actas a su
centro de datos. Puede que los sistemas informáticos se atascaran o sufrieran
algún tipo de disfunción. Algo debió fallar.
No es para tomárselo a broma. Estamos hablando de información
básica en una jornada electoral: nada menos que de los resultados en un proceso
que debe caracterizarse por la transparencia y que a estas alturas de la
democracia debe desarrollarse con precisa naturalidad para seguir siendo
ejemplo ante otras naciones.
Por eso decimos que, desde la institución, desde los propios
partidos políticos, alguien debería preguntar qué ocurrió. Y quien corresponda
debe ofrecer la explicación consecuente, que seguro la habrá. ¿Qué pasó esa
noche? Toda jornada electoral tiene su intrahistoria, su anecdotario, su
episodio: la del domingo 26-M será recordada por este hecho que causó, a la
espera de los resultados, no poca inquietud.
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