Se
ha iniciado la decimotercera Legislatura en las Cortes Generales. El
desarrollo legislativo del secreto profesional de los periodistas es
uno de los asuntos pendientes. Cabe confiar en que, dentro del
maremágnum de los problemas políticos y las demandas sociales, haya
tiempo para debatirlo, tratarlo y regularlo.
Las
necesidades son acuciantes desde aquel “caso Cursach” en
Baleares, a propósito de una intervención del juez Miguel Florit a
quien le fue reprochado, por organizaciones profesionales, académicas
y ciudadanas, que alguna decisión suya pusiera en riesgo el derecho
a ese secreto. Un Manifiesto en defensa del Derecho a la Información
y la Libertad de Prensa, rubricado con más de mil setecientas
firmas, circuló por España. El documento ponía de relieve la
exigencia del respeto al ejercicio de los periodistas en su labor
informativa con garantías de independencia y libertad, lo que
implica velar por su derecho constitucional del secreto profesional.
“El
registro policial y la incautación judicial de ordenadores, móviles
y documentación a periodistas [de los medios que informaban del
caso, Diario de Mallorca, EFE Baleares y Europa Press Baleares] para
identificar una fuente de informaciones en un caso de corrupción
-decía el Manifiesto- suponen un grave atentado contra la libertad
de prensa”. Los firmantes reclamaban el respeto a un periodismo
libre y discrepaban del criterio de la Fiscalía General del Estado
consistente en apoyar las actuaciones coercitivas hacia loa
periodistas que informan sobre casos relevantes de corrupción.
Pues
el presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas de
España (FAPE), Nemesio Rodríguez, ha repescado la cuestión no
resuelta del secreto profesional en el curso de una intervención
producida recientemente en Elche, para ir fijando posiciones.
Rodríguez es partidario de que los grupos parlamentarios, si deciden
acometer el estudio de este asunto, consulten a las organizaciones
profesionales, con la FAPE a la cabeza, primera de España con
cuarenta y nueve asociaciones federadas y dieciocho vinculadas que,
en conjunto, representan a más de diecinueve mil asociados.
Sostiene
el presidente de la Federación que mantendrá una postura contraria a intentar regular el secreto
profesional si se orienta a la restricción de libertades. Estima que
lo ideal sería un texto articulado breve, concreto, “similar al de
la Ley de la Cláusula de Conciencia y con un contenido excepcional
de limitaciones en la misma línea de lo que refleja el código
deontológico de la FAPE”, dijo en la citada intervención. En
efecto, el mencionado Código establece el derecho y el deber del
periodista a la hora de garantizar la confidencialidad de las fuentes
de información, y también las limitaciones.
Si
convenimos en que hay que proteger la identidad de las fuentes y a su
vez, garantizar el derecho de información de la ciudadanía, es
indispensable actuar profesionalmente con respeto y confianza pues
hay fuentes que, por distintas razones, desean no ser identificadas
pues igual se pone en riesgo su vida, su seguridad o su trabajo.
Nemesio Rodríguez señaló que “lo que no debemos hacer es
quedarnos solo con esa información que nos facilita la fuente
anónima. Tenemos que confirmarla, ampliarla y explicarla”.
Son
antecedentes y posturas que deben ser tenidos en cuenta si es que los
grupos parlamentarios acometen, por fin, en la legislatura recién
estrenada, la regulación legal de esta controvertida cuestión. Es
negativo ocultar fuentes para difundir rumores o falsedades bajo el
amparo del secreto profesional. Luego, como subraya el propio
presidente de la FAPE, “el uso del secreto profesional ha de
hacerse con honestidad y rigor, porque no todo vale en periodismo”.
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