Un
lector habitual se ha interesado vivamente la referencia que hicimos
días pasados a la segunda visita al Puerto de la Cruz del que fuera
ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga Iribarne, y de la
que se han cumplido ya cincuenta y siete años. Se produjo el 1 de
septiembre de 1962.
La
fuente es el Libro de Efemérides que estaba al cuidado del entonces
cronista oficial del municipio, Nicolás Pestana. Hizo su entrada
-según puede leerse- a las cinco de la tarde, acompañado del
capitán general de Canarias, Ramón Gotarredona Prats; y del
gobernador civil (entonces también jefe provincial del Movimiento),
Manuel Ballesteros Gaibrois, así como de otras autoridades y
jerarquías provinciales.
El
relato de Pestaba señala que “el señor ministro y séquito visitó
en primer lugar el histórico Castillo San Felipe; y seguidamente, la
zona turística de Martiánez, siendo recibido en la puerta del Gran
Hotel Tenerife Playa por el Excmo. Ayuntamiento en pleno y por el
propietario de dicho hotel, don Cándido Luis García Sanjuán”.
Dice
el cronista que en uno de los amplios salones del hotel se exponían
los planos y proyectos de obras realizadas y otras cuya inmediata
realización requiere la ayuda del Estado. El alcalde, Isidoro Luz
Carpenter, acompañado por la corporación que presidía “fue
explicadno detenidamente la esencia de cada “ministrante”
proyecto (El entrecomillado es nuestro), entre ellos el de mejoras
del litoral marítimo de Martiánez com o el más urgente de ser
ministrado”.
Independientemente
del rango de la actuación, elevada a la que podía ser excelencia de
entonces, parece evidente que los portuenses querían tratar esta
franja del litoral con una clara voluntad transformadora. Téngase en
cuenta que ya lucían “las piscinas de Gilbert”, como se decía
en lenguaje coloquial. En su configuración, cobró forma el Lido San
Telmo, un local que dio vida a todo el sector y a la incipiente
industria hotelera.
El
Ayuntamiento ofreció un brindis, naturalmente, una copoa de vino
español, terminología empleada hasta bien entrada la democracia en
invitaciones, recepciones y otros actos públicos. Fraga siguió la
actuación de las rondallas típicas de la Sección Femenina “de la
FET y de las JONS y de Educación y Descanso, que fueron largamente
aplaudidas, terminando con una exhibición de lucha canaria a cargo
de valiosos luchadores del pueblo de La Victoria de Acentejo”.
El
cronista Pestana señala que el señor Fraga Iribarne se mostró
sumamente agradecido por todas estas atenciones, manifestando que “se
encontraba verdaderamente asombrado por todos los adelantos
turísticos hechos en la ciudad durante los últimos años años que
han transcurrido desde que la visitó por última vez”.
La
referencia de Pestana termina con el apunte de que Manuel Fraga e
Isidoro Luz se subieron a un camello en plena avenida de Colón. Era
uno de los camellos de Lázaro, uno de los personajes más populares
de la época y pionero en este tipo de atracciones. Baeza da
testimonio gráfico de ello, con una graciosa instantánea en la que
puede verse a Enrique Talg Wyss, al periodista Luis Álvarez Cruz y al
sacerdote José Siverio Pérez.
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