La
respuesta de los jóvenes días pasados, en numerosas ciudades de
todo el mundo, fue esperanzadora. Y la que se prepara para mañana
parece una clara señal de que algo está cambiando. Para bien. Como
si se hubiera inyectado una dosis de concienciación que está
surtiendo efectos positivos en varias partes del organismo enfermo,
afectado por los cambios, el calentamiento global, la deforestación,
incendios pavorosos, emisiones de gases, los plásticos invasivos,
los vertidos incontrolados, las contaminaciones y distintos impactos
climáticos.
Canarias
no quiere ser excepción y va a dar la respuesta cívica que los
jóvenes han impulsado. El Gobierno autónomo también emprendió
medidas hace unas fechas. Ya existe el Movimiento Canario por la
Emergencia Climática, al que se han adherido unos ciento treinta
colectivos y organizaciones sindicales. Espera una presencia masiva,
la continuidad de una tónica que ojalá no se agote, que no sea flor
de dos o tres concentraciones tras las que todo vuelva a ser como
siempre.
Una
causa como esta propende a extenderse de manera que se convierta un
clamor para los gobiernos y las instituciones. Es evidente que hay
que legislar y poner en marcha planes viables que resulten eficaces
para que la ciudadanía los palpen, mejor dicho, los hagan suyos, se
identifique con ellos. Es una causa social que afecta a todos, nadie
debe desentenderse con tal de hacer bueno uno de los lemas de las
manifestaciones de mañana: “Ni un grado más, ni una especie
menos”, es decir el equilibrio naturalista y punto final a la
destrucción de las especies animales.
La
lucha por el clima, en efecto, tiene que ser un ejemplo de motivación
colectiva. Tiene que ser un estimulante: que los niños y
adolescentes comprendan desde tan temprana edad lo que se debe hacer
para evitar perjuicios al medio; y que los jóvenes se habitúen a
comportamientos constructivos que redunden en el cuidado y adecuado
uso de los recursos naturales.
Las
islas, ha quedado demostrado, no están ajenas los efectos del cambio
climático. Luego, hay que aplicarse en un ejercicio común efectivo.
Ya es coincidencia que las convocatorias se hagan en la fecha en que
se conmemora el Día Mundial de Turismo, actividad por cierto,a la
que se atribuye una parte de la culpa del deterioro y los daños que
acusa el medio ambiente. Sera llamativo comprobar la respuesta que
ofrezcan quienes presumen de tener el mejor clima del mundo.
Que
puede ser verdad, de acuerdo, lo cual obliga a cuidarlo con tal de
impedir que sea uno de los grandes reclamos para los visitantes. Pero
más importante: para que sean los nativos quienes saboreen, por
derecho propio y disfruten de excelente condiciones de vida. Lo
escribió Viera, en el siglo XVIII: “Sin calor que ofenda ni frío
que incomode”.
Conciencia.
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