Pues
ahí están los retos que habrá de afrontar el sector turístico,
dichos por un experto, Jorge Schoenenberger, socio director de
Deloitte para los ámbitos de turismo, hoteles ocio y transporte en
España, Europa, Oriente Medio y África. Las empresas deberían
prestar mucha atención a estos planteamientos cuya materialización
influiría sensiblemente en el desarrollo del sctor a lo largo de los
próximos años.
Cuatro
retos básicos: disrupción, hipercompetitividad, volatilidad y
riesgos crecientes y futuro del empleo. Naturalmente, se requiere una
estrategia de transformación para que las innovaciones sean de
aplicación en toda la cadena de valor. En ese sentido, puede que
estemos ante un momento determinante para medir la resiliencia del
impacto de la tecnología, dado su alto componente humano, pero que,
en todo caso, acabará afectando a ls prestaciones de los servicios.
Conozcamos
algunos pormenores de los cuatro retos.
La
disrupción alude a un proceso o a un modo de hacer las cosas que
supone un ruptura o una interrupción brusca y que se impone y
desbanca a los que venían empleándose. Esta disrupción lleva a
Schoenenberger a la conclusión de que las empresas deben revisar sus
propuestas de valor y potenciar su imagen de marca, de modo que deben
aumentar su inversión en datos a fin de completar una oferta lo más
personalizada posible. Esto implica, de alguna manera, un cambio de
relación con el consumidor, por lo que las empresas debenerán
esmerarse en la denominada Responsabilidad
Social Corporativa (RSC) a
fin de garantizar la necesaria sostenibilidad a largo plazo.
El
ejecutivo de Deloitte explica que “es ya casi imprescindible
acometer la necesaria transformación digital”. Ello es
determinante para ganar escala y para asumir que las empresas del
sector turístico han de afrontar la hipercompetitividad como una
meta latente y constante. Aquí entraría una de las asignaturas más
complejas y que tiene de cabeza a no pocos empresarios: la excelencia
en la gestión de precios.
Un
tercer concepto: la volatilidad y los riesgos crecientes. Jorge
Schoenenberger es claro al afirmar que las empresas deben aprender “a
gestionar la volatilidad porque estamos en medio de una tormenta
perfecta generada por la incertidumbre del brexit,
las tensiones entre globalización y localización, la guerra
comercial con China y los desastres naturales” (a la que habría
que añadir la probable subida del precio de los combustibles). La
volatilidad de estas circunstancias aconseja a las empresas
gestionarse con modelos flexibles, diversificar el negocio y
protegerse contra los ataques de los ciberdelincuentes.
Llegamos
así al futuro del empleo, el gran desafío pero también la gran
incógnita. Atentos a las apreciaciones del ejecutivo de Deloitte:
“La
mayoría de los empleos que conocemos cambiará con la irrupción de
la tecnología. Y eso que el sector está siendo más resiliente al
impacto por su alto componente humano... Las empresas deben prepararse
para los cambios , analizar qué puestos desaparecerán y cuáles
nuevos se van a necesitar. Para ello es necesario contar con el
compromiso del personal para prestar un servicio diferencial y
gestionar el talento porque los directivos del futuro no serán como
los del pasado. Necesitarán nuevas habilidades”.
Entonces,
¿qué hay que hacer? Ya se dijo: una estrategia de transformación,
sobre todo si se quiere efectividad en la aplicación de de la
innovación a toda la cadena de valor. Tal estrategia pasa por una
digitaliación de todo aquello que sea susceptible de ser
digitalizado; por el desarrollo de los denominados modelos de
suscripción; por la personalización máxima; por la transparencia
en la información; por un modelo de uso, dado que los ciclos de vida
del producto se acortan y por la desintermediación, un hecho que
seguro alimentará una considerable controversia ya que puede afectar
sensiblemente al desarrollo del negocio turístico.
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