Va
a ser complicado, claro. La quiebra del gigante es un disparo a la
línea de flotación. Empresas, trabajadores, el negocio en sí
mismo, la estructura social y económica... Las repercusiones están
aún por determinar pero la realidad se va a alterar y todo aquello
se va a resentir.
Cierto
que no es la primera situación de quiebra a la que se ha enfrentado
el sector. Desde los años 70 del pasado siglo, hubo similares pero
ninguna de este calibre que, además, pone blanco sobre negro un
cambio radical en la gestión comercial del negocio. Creíamos que el
sistema era eterno y que apenas experimentaría las variaciones de
los adelantos tecnológicos: ya vemos que no es así.
El
gigante de la turoperación, Thomas Cook, se ha fracturado con todo
su poderío. Canarias, especialmente Tenerife, acusa las primeras
consecuencias: unos treinta mil clientes se han visto afectados y
ahora aguardan la repatriación puesta en marcha por el Gobierno
británico que si no tenía bastante con resolver lo del brexit,
ahora,
en plena desazón, tiene que afrontar la suspensión de pagos de uno
de los pilares de su economía.
Lo
peor para Canarias como destino turístico es la conectividad que se
resiente y que reduce sensiblemente sus potencialidades. Se ha sabido
que Thomas Cook tenía entre sus planes, de aquí a finales de año,
ofertar ciento quince mil plazas para Tenerife. Las cifras de tal
oferta para los ocho primeros del año próximo ponen de relieve la
preocupante dimensión de la fractura: más de doscientas trece mil
plazas. Se supone que es el primer frente en el que han de operar
administraciones públicas y los agentes privados. En ese sentido,
las organizaciones hoteleras se han apresurado a solicitar la
reducción de las tasas aéreas. Bueno, puede ser una fórmula para
paliar los efectos. Pero hay que esmerarse con tal de evitar malas
prácticas en el maremágnum de la confusión y la incertidumbre. Se
trata de no erosionar la imagen de las islas, de hacer todo lo
posible para que los turistas se lleven la mejor impresión posible
dentro de sus penurias. Para que intenten volver, naturalmente.
Es
la hora de las reuniones, de las negociaciones y de las alternativas.
El sector turístico, sostén de la economía productiva en el
archipiélago, se ha visto sacudido y no será fácil estabilizarlo.
Administraciones públicas e iniciativa privada deben hacer todos los
esfuerzos para salir del trance.
Puede
que no se hayan visto en otro de estas características.
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