Abstención.
Primero, los datos.
En Canarias.
Legislativas 2015: 39,77 %. Legislativas 2019: 43,17 %
En Tenerife.
Legislativas 2015: 39,47 %. Legislativas 2019: 41,65 %
En Puerto de
la Cruz. Legislativas 2015: 31,3 %. Legislativas 2019: 28,83 %
Locales 2015:
37.04 %. Locales 2019: 38,91 %
Está demostrado que hay gente reacia a votar. Y que por eso
es necesario llamar a la participación en los procesos tantas veces. Quien crea
que es una lata esa apelación, ya comprueba que es insuficiente. Como pocos o escasos
parecen ser los esfuerzos de movilización hechos por los partidos políticos y
por los candidatos en sus discursos. La abstención sigue siendo muy alta. La
calidad democrática se resiente.
Confiamos en que en el Puerto de la Cruz, los responsables de
los comités de campaña y algunos curiosos o aficionados a la estadística hagan
un sencillo ejercicio de comparativas. Y trasladen sus conclusiones a los que
han sido elegidos, a los que van a asumir responsabilidades públicas y a
quienes, presentes o futuros, se van a hacer cargo de las direcciones de las
agrupaciones.
Porque estos son datos que resulta indispensable analizar
para conocer la sociología local, mesa a mesa, distrito a distrito, colegio a
colegio si es que se quiere apreciar dónde están las fortalezas y las
debilidades, el por qué, en definitiva, de algunos resultados y su evolución.
En la localidad portuense, presumían en las primeras
convocatorias electorales democráticas de altos índices de participación. Han
ido disminuyendo, sin que haya variado en exceso el censo electoral, como los
23.301 inscritos en 2015, y los 23.336 cuatro años después.
Lógicamente, esa reducción merece ser procesada de la forma
más científica posibles. Estadísticos y sociólogos, manos a la obra. ¿Por qué
en el plazo de un mes, por ejemplo, el que media entre las dos convocatorias
pasadas, la abstención aumenta más de un punto porcentual?
Tiene que haber algo más que los ausentes, es decir,
portuenses que han tenido que emigrar. Cuántos jóvenes que iban a votar por
primera vez, no lo hicieron. En qué barrios o colegios se nota más el
desinterés por las urnas. Por qué en una mesa del Centro Comercial Martiánez,
por ejemplo, de mil doscientos ochenta y cinco censados solo votan quinientos
ochenta y uno. O trescientos setenta y cinco de seiscientos veintitrés
registrados en una mesa de la Universidad Popular Municipal. Censo en mano,
cada partido tiene que averiguar el por qué de estas y otras cosas. Los
socialistas, por ejemplo, se quedaron a 19 votos del noveno concejal que
hubiera enriquecido su victoria.
Lo cierto es que la abstención, un mal de la democracia de
nuestro tiempo, ha de ser combatida con método. Habrán comprobado que no basta
con esas apelaciones en vísperas de la campaña o durante la campaña misma. Que
entiendan que la democracia es de todos y que estos porcentajes solo siembran
dudas en los procesos.
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