Resulta que los mentores y responsables de La Ranilla Espacio Cultural van expandiendo su actividad social y cultural en el Puerto de la Cruz y ya están ensayando en otros recintos. Se lo dijimos hace algún tiempo: el local de la popular calle Mequinez, al ritmo que llevaban de presentaciones y realizaciones, que se quedaría pequeño. A fe que acertamos, como se comprobó al mediodía del pasado sábado, cuando una de las estancias de la primera planta de la antigua Casa Miranda -ahora regentada por la franquicia Starbucks- acogía la exposición titulada Chimborazo. Tras las huellas de Humboldt en Ecuador, consistente en quince paneles, iniciativa de la Asociación Humboldt que preside el investigador e historiador realejero, Javier Lima Estévez. Como no podía ser de otra forma, allí estaban el ingeniero Isidoro Sánchez García, orgulloso del tiempo que ha dedicado a Humboldt; y el experto en cooperación internacional hispano-peruano Manuel Méndez.
En la sala contigua a la de la exposición, Méndez explicó exhaustivamente el alcance y los contenidos de aquel proyecto, un amplio recorrido en la ruta que siguió Humboldt acompañado del naturalista, médico y botánico francés Aimé Bonpland. Debió ser impactante, desde luego, cuando llevaron un mensaje directo a la gran población. Por fortuna, quedó una generosa huella documental. Tan solo el paso por la bautizada 'Avenida de los volcanes' ya representa una aportación extraordinaria en el bagaje científico y cultural decisivo para el conocimiento y las relaciones de aquella parte del globo.
Méndez fue desmenuzando las etapas y los protagonistas de aquel viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente, apoyándose también en testimonios pictóricos como los de Friedrich Georg Westsch (1806) y de Julius Schrader (1859). Dijo que Alexander von Humboldt -cuyas citas canarias en distintas publicaciones destacó- sobresalió por su enorme y rápida capacidad de decisión. Bebió en las fuentes de Georg Forster y en los cuadros de William Hodges, alguno descubierto en la casa londinense de Warren Hastingas, espléndidas vistas de regiones tropicales.
La expedición americana de Humboldt (1799-1804) fue determinante en su trayectoria. Según Manuel Méndez, quedó asombrado tras visitar la biblioteca de sir Joseph Banks y José Celestino Martín. Aludió a la crítica que Francisco José de Caldas dedicó al geógrafo, naturalista y explorador prusiano: "Una de las cosas que he notado de los trabajos geográficos de este hombre es que mezcla lo cierto con lo dudoso".
Y no podía faltar en el relato de Méndez la referencia a la decisiva contribución económico-financiera de Juan Pío de Montúfar, segundo marqués de Selva Alegre, caballero de la Orden de Carlos III, quien escribió sobre Humboldt ponderando sus virtudes, "celoso por el progreso de la Nacíón, patriota entusiasta y generoso".
Siempre con la ayuda del fiel Bonpland, en este viaje llegaron a herborizar (recoger plantas silvestres para estudiarlas o coleccionarlas). La 'Avenida de los volcanes' (cincuenta y cinco), en torno al Cotopaxi, es un testimonio inigualable de la estatura científica de Humboldt. Llegaron a la unidad definitoria del mundo, aunque hay criterios discutibles, según explicaron Méndez y Sánchez: Latitud 0º 0' 0".
Desde luego, ambos siguieron con suficiencia sus huellas en el país ecuatoriano. Chimborazo, su montaña más alta, el punto más alejado del centro de la Tierra, cautivó su atención, cultivada en centros de visitantes e instituciones cuyos responsables facilitaron en buena medida el acceso a fuentes y lugares que permitieron contrastar a los seguidores humboldtianos la importancia de su obra.
Que se esmeren ahora en su difusión es lo más consecuente.
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