viernes, 7 de junio de 2019

SEUDÓNIMOS Y ESCONDRIJOS

Una sesión de periodismo clásico fue el acto de presentación, en el Instituto de Estudios Canarios (IEC), del libro Encubrimiento de la identidad en Canarias. Seudónimos y otros escondrijos en la literatura, el periodismo y las artes, original de Eliseo Izquierdo Pérez, publicado por dicho Instituto, con el patrocinio del Ayuntamiento de La Laguna, cuyo alcalde en funciones, José Alberto Díaz, también estuvo presente para deleitarse, según dijo, con las aportaciones del autor y del presentador, el omnipresente Juan Cruz Ruiz. Lleno absoluto, respetuoso silencio solo interrumplido por algunas sonrisas tras las chanzas entrecruzadas de los protagonistas y ganas de evocar, procurando huir de utilitarismos nostálgicos, el hilo dorado del periodismo tinerfeño cultivado, principalmente, en las redacciones de El Día y La Tarde y sus alrededores, acogedor de profesionales bien formados, vocacionales y hechos a sí mismos, luchando para disponer de un medio de vida y para ganarse un lugar en el pequeño gran universo de las muy condicionadas comunicaciones de entonces.

Izquierdo ha hecho un exhaustivo trabajo casi detectivesco. Ya había acreditado su quehacer investigador en la obra anterior, los tres tomos -”si la hiciera ahora, saldrían cuatro”, dijo- de Periodistas canarios. Siglos XVIII al XX (Gobierno de Canarias), en los que ya apuntaba Una propuesta para un diccionario biográfico y de seudónimos. La seudonimia, en efecto, ha visto la luz en nuestros días, casi mil páginas, en dos tomos, el fruto de una tarea concienzuda que anima a saber quién es quién y por qué muchos profesionales y hasta colaboradores recurrieron a seudónimos o iniciales para ver publicados sus artículos, secciones y comentarios (Cruz explicaría que, contrariamente a los usos de entonces, el diario El País no admite seudónimos ni el segundo apellido).

Pues la obra de Eliseo Izquierdo contiene claves para descubrir quién estaba detrás de aquella firma, la personalidad real de ciertas autorías y las causas que generaron tales dobleces. Igual, hasta algún triplete, por emplear un vocablo de nuestro tiempo. Los escondrijos. Su presentador volvió a lucir las habilidades de un prestidigitador de la memoria, recreándose en su adolescencia lagunera y en las interminables noches de estudio o diversión. Se encuentra tan cómodo -y tan feliz- Juan Cruz hablando de aquellos años y de aquella experiencia ganada a pulso, sobre el terreno de la noticia, de las preguntas, de los desafíos al lápiz censor y de los personajes que llegaban a la isla, tan cómodo y feliz, decíamos, que echó de menos la crónica de los pueblos que tanto se estiló entonces, cuando los periódicos contaban, con amenidad y sin alardes ni grandes factores condicionantes, la vida social de los sesenta y los setenta. Aunque no puede olvidarse -hoy con amplio sentido de perspectiva lo podemos contrastar- que muchas ediciones de los periódicos de aquellos años estaban hechas para contar a los isleños lo que pasaba en el mundo. Con la democracia, las cosas cambiaron, evidentemente. El salto en la concepción y la elaboración periodística fue notable. Hasta las redacciones perdieron el bullicio característico y hoy semejan espacios de oficinas funcionariales.

De modo que, en medio de aquellas reflexiones, Cruz e Izquierdo fueron desgranando la seudonimia, episodios insólitos -¿se imaginan a Eliseo en el asiento trasero de una moto conducida por el malogrado Paco Casino tratando de llegar al muelle para cubrir el incendio de un barco ruso y publicar la noticia en la edición del vespertino a punto de entran en máquinas?-, palabras raras y personajes que dieron vida a una bendita profesión que en Canarias cuenta hasta con un catálogo de seudónimos. Y, de vez en cuando, con clases prácticas como la del IEC, sobre el viejo estilo, que todos agradecemos.

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