Una
sesión de periodismo clásico fue el acto de presentación, en el
Instituto de Estudios Canarios (IEC), del libro Encubrimiento
de la identidad en Canarias. Seudónimos y otros escondrijos en la
literatura, el periodismo y las artes, original
de Eliseo Izquierdo Pérez, publicado por dicho Instituto, con el
patrocinio del Ayuntamiento de La Laguna, cuyo alcalde en funciones,
José Alberto Díaz, también estuvo presente para deleitarse, según
dijo, con las aportaciones del autor y del presentador, el
omnipresente Juan Cruz Ruiz. Lleno absoluto, respetuoso silencio solo
interrumplido por algunas sonrisas tras las chanzas entrecruzadas de
los protagonistas y ganas de evocar, procurando huir de utilitarismos
nostálgicos, el hilo dorado del periodismo tinerfeño cultivado,
principalmente, en las redacciones de El
Día y
La
Tarde y
sus alrededores, acogedor de profesionales bien formados,
vocacionales y hechos a sí mismos, luchando para disponer de un
medio de vida y para ganarse un lugar en el pequeño gran universo de
las muy condicionadas comunicaciones de entonces.
Izquierdo
ha hecho un exhaustivo trabajo casi detectivesco. Ya había
acreditado su quehacer investigador en la obra anterior, los tres
tomos -”si la hiciera ahora, saldrían cuatro”, dijo- de
Periodistas
canarios. Siglos XVIII al XX (Gobierno
de Canarias), en los que ya apuntaba Una
propuesta para un diccionario biográfico y de seudónimos. La
seudonimia, en efecto, ha visto la luz en nuestros días, casi mil
páginas, en dos tomos, el fruto de una tarea concienzuda que anima a
saber quién es quién y por qué muchos profesionales y hasta
colaboradores recurrieron a seudónimos o iniciales para ver
publicados sus artículos, secciones y comentarios (Cruz explicaría
que, contrariamente a los usos de entonces, el diario El
País no
admite seudónimos ni el segundo apellido).
Pues la obra de
Eliseo Izquierdo contiene claves para descubrir quién estaba detrás
de aquella firma, la personalidad real de ciertas autorías y las
causas que generaron tales dobleces. Igual, hasta algún triplete,
por emplear un vocablo de nuestro tiempo. Los escondrijos. Su
presentador volvió a lucir las habilidades de un prestidigitador de
la memoria, recreándose en su adolescencia lagunera y en las
interminables noches de estudio o diversión. Se encuentra tan cómodo
-y tan feliz- Juan Cruz hablando de aquellos años y de aquella
experiencia ganada a pulso, sobre el terreno de la noticia, de las
preguntas, de los desafíos al lápiz censor y de los personajes que
llegaban a la isla, tan cómodo y feliz, decíamos, que echó de
menos la crónica de los pueblos que tanto se estiló entonces,
cuando los periódicos contaban, con amenidad y sin alardes ni
grandes factores condicionantes, la vida social de los sesenta y los
setenta. Aunque no puede olvidarse -hoy con amplio sentido de
perspectiva lo podemos contrastar- que muchas ediciones de los
periódicos de aquellos años estaban hechas para contar a los
isleños lo que pasaba en el mundo. Con la democracia, las cosas
cambiaron, evidentemente. El salto en la concepción y la elaboración
periodística fue notable. Hasta las redacciones perdieron el
bullicio característico y hoy semejan espacios de oficinas
funcionariales.
De modo que, en
medio de aquellas reflexiones, Cruz e Izquierdo fueron desgranando la
seudonimia, episodios insólitos -¿se imaginan a Eliseo en el
asiento trasero de una moto conducida por el malogrado Paco Casino
tratando de llegar al muelle para cubrir el incendio de un barco ruso
y publicar la noticia en la edición del vespertino a punto de entran
en máquinas?-, palabras raras y personajes que dieron vida a una
bendita profesión que en Canarias cuenta hasta con un catálogo de
seudónimos. Y, de vez en cuando, con clases prácticas como la del
IEC, sobre el viejo estilo, que todos agradecemos.
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