Setenta
y ocho obras, dibujos en grafito y acuarela, en color y en blanco y
negro, bajo el título genérico Abulia,
cuelga
hasta pasado mañana viernes, en el Instituto de Estudios Hispánicos
de Canarias (IEHC), Adrián Álvarez, quien había impactado en su
debut, allá por enero de 2016, en el remozado Castillo San Felipe,
cuando presentó, con éxito, la serie Flema.
Entonces había lanzado un mensaje osado, hasta en los formatos sobre
seda de sus collages. Ahora, dos años después de haberse alejado de
los dibujos (“es que nada me salía”, dice), vuelve para
recuperar la senda creativa y superar la falta de voluntad.
Y
con esta colección, el joven artista portuense demuestra que si
quiere, puede. A lo grande. Con un estilo que atrae. El que se
adivina en la ansiedad que se desprende de algunos trabajos, en los
vómitos o en la flotación colectiva. Adrián Álvarez no renuncia
ni al erotismo ni a la provocación y hace su particular catarsis con
trazos que caracterizan esa depuración de sentimientos y reclaman la
atención del espectador.
Por
lo tanto, supera esa etapa abúlica, esa desgana que no ha podido con
las altas dosis de atrevimiento artístico que habíamos descubierto
en su primera entrega. Prolonga las pautas sensibles de entonces,
enriquece las impresiones que derivan de su concepción pictórica,
madura los valores que ha venido acreditando.
Y
que ahora habrá de revalidar en París, en una de esas oportunidades
que que brinda el universo de la moda: han reclamado sus dibujos para
unos catálogos de moda que, a la antigua usanza, verán la luz
durante el próximo invierno. Quiere decirse que Álvarez retoma su
poder creativo y que vuelve a gozar de inspiración para
desenvolverse con originalidad (“cuando todo cobra sentido; no
importa que pierdas un par de horas a ver qué sale”, sigue
explicando).
Sale
arte, pasión, rostros, poses, ensoñaciones, actitudes,
imaginación... Sale lo que un creador lanza en busca de su madurez,
utilizando las técnicas con las que se siente verdaderamente cómodo
y con las que ha de conquistar otras metas. Bienvenida la Abulia,
si
se nos permite la licencia, con tal de comprobar que no ha habido una
quiebra sino todo lo contrario.
Y
es que la madera de Adrián Álvarez da para mucho.
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