No está el patio para fastos ni celebraciones desproporcionadas pero es mejor mantener la llama encendida, de modo que hay que ponderar las convocatorias y las iniciativas para conmemorar el Día Mundial del Turismo, señalado para ayer domingo 27.
Este dato de la Organización Mundial (OMT) resulta escalofriante: entre cien y ciento veinte millones de empleos turísticos directos están actualmente en riesgo. Este otro no lo es menos: la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) prevé una pérdida del 1,5% al 2,8% del PIB mundial.
La emergencia sanitaria, que supera ya un semestre, ha impactado en el sector a escala internacional y en subsectores vinculados. La economía de muchos países en los que el turismo significa una importante contribución al Producto Interior Bruto (PIB), como es el caso de nuestro país, se ha resentido considerablemente. Antes de la declaración del estado de alarma, el turismo constituyó más de un doce por ciento del PIB en el último ejercicio y generó el trece por ciento del empleo entre puestos de trabajo directos e indirectos.
En nuestro país, en efecto, el recién concluido verano, arroja cifras muy desalentadoras. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en julio y agosto, España recibió solo 2.464.441 turistas extranjeros, lo que representa un setenta y cinco por ciento menos que el año pasado. En pérdidas, esta cifra se traduce como nueve mil cuatrocientos noventa y un millones de euros. Además, el gasto que ha realizado el turista extranjero este año también ha disminuido. Lo mismo ha ocurrido con el gasto del turista nacional, un cuarenta y cinco por ciento inferior al del año pasado. Según el Observatorio Nacional del Turismo Emisor (ObservaTUR), el turismo de españoles dentro de nuestras fronteras no ha sido suficiente para salvar la temporada estival.
Es fácil colegir que las cuadernas de los balances anuales chirríen. La Organización Mundial del Turismo publicó, con motivo de la conmemoración, un comunicado en el que, después de reconocer que el turismo ha sido una de los sectores más afectados por la COVID-19 (ningún país ha resultado ileso), las abundantes restricciones para viajar y una caída repentina de la demanda de los consumidores han provocado un desplome sin precedentes del número de turistas internacionales.
Alude también a que las mujeres, los jóvenes y los trabajadores de la economía informal son los que corren mayor riesgo de perder sus empleos por el cierre de empresas en el sector. “Pero la crisis turística –destaca la OMT en su comunicado- también supone una amenaza en la conservación de la vida silvestre y la protección del patrimonio cultural. La repentina caída de los ingresos del turismo ha cortado la financiación para la conservación de la biodiversidad y, dado que los medios de vida están en peligro en las zonas protegidas y sus alrededores, se teme que aumenten los casos de caza furtiva y saqueo”.
Además, con el cierre del 90% de los sitios del patrimonio mundial como consecuencia de la pandemia, el patrimonio tanto tangible como intangible está en peligro en todas partes del mundo.
Y deja un resquicio para la esperanza: en este Día Mundial del Turismo, la pandemia de COVID-19 “representa una oportunidad para repensar el futuro del sector turístico, incluida la forma en que contribuye a los objetivos de desarrollo sostenible, a través de su valor social, cultural, político y económico. Con el tiempo, el turismo puede ayudarnos a superar la pandemia, uniendo a las personas y promoviendo la solidaridad y la confianza, ingredientes cruciales para hacer avanzar la cooperación mundial que se necesita con tanta urgencia en este momento”.
De modo que el acto de este mediodía convocado por el Gobierno de Canarias, a celebrar en el auditorio ‘Adán Martín’ de Santa Cruz de Tenerife, durante el que serán entregados los Premios de Turismo Islas Canarias 2020, al hotel H10 Costa Adeje Palace y a la compañía Binter Canarias, junto con los que se han celebrado en otras localidades insulares, servirán para reflexionar sobre tal oportunidad y para seguir confiando en que hay soluciones a poco que se mantenga la unidad en el sector.
Todos tienen algo que aportar y el entendimiento entre los sectores público y privado es inevitable si se quiere salir de tan delicado trance.
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