miércoles, 16 de septiembre de 2020

UNA ENCUESTA REVELADORA (I)

 

¿Qué mundo nos aguarda? ¿Cómo vamos a convivir? ¿Cuáles serán las condiciones de vida? Seguro que muchos de ustedes se habrán hecho estas preguntas. El predominio de las noticias cargadas de incertidumbre es ostensible. Claro que ha aumentado el miedo y claro que preocupan las dilaciones con las vacunas. Atravesamos la etapa más preocupante en todas las latitudes. Gobiernos de todo signo político se las ven y desean para que la población no se vea desasistida y para administrar los recursos de la forma más equilibrada posible. La pandemia sigue causando estragos, esta es la cuestión.

Se conocen ya los primeros resultados de una encuesta mundial encargada por la Confederación Sindical Internacional (CSI), representante de unos doscientos millones de trabajadores pertenecientes a trescientas treinta y dos organizaciones afiliadas nacionales en ciento sesenta y tres países y territorios. La encuesta fue encargada por la CSI a la empresa internacional de estudios YouGov, está hecha en dieciséis países (España no figura) que representan el 56 % de la población mundial.

Este importante trabajo demoscópico arranca de la siguiente premisa: los trabajadores y sus familias sobrevivían al límite antes de declararse la pandemia de COVID-19 de tan duro impacto en casi todos lados. Revela que la gente trabajadora se enfrenta a enormes problemas con un desplome de los salarios a escala mundial: tres cuartas parte de las personas encuestadas afirman que sus ingresos se han estancado o quedan atrás respecto al coste de la vida.

La secretaria general de la CSI, Sharan Burrow, consigna que las consecuencias económicas de la pandemia se suman a una crisis preexistente de bajo salarios y empleos inseguros. “Una de cada dos personas no cuenta con un colchón financiero y no es capaz de ahorrar para hacer frente a futuras dificultades, dependiendo de cada paga para sobrevivir. Sin ahorros o al no disponer de una red de seguridad, millones de personas afrontaron la pandemia debiendo escoger entre seguir trabajando o morirse de hambre”, afirma entre sus apreciaciones.

Realizada antes de la propagación de la COVID-19, la encuesta aporta una desoladora imagen de un mundo precario donde predominan la ansiedad respecto al trabajo y la falta de confianza en los Gobiernos, además de una clara demanda por parte de la mayoría de la población reclamando un cambio. Más de dos tercios de los encuestados indicaron estar preocupados por el cambio climático (69 %), la creciente desigualdad (69 %), el uso indebido de sus datos personales en línea (69 %) y la posibilidad de perder su trabajo (67 %). Estas preocupaciones se manifestaron en un momento de 2020 en que una de cada dos personas (52 %) describiría como mala la situación económica de su país. Los resultados constituyen una advertencia de que los gobiernos deberán trabajar con los sindicatos y con la sociedad para asegurar que sus planes de recuperación creen confianza y resiliencia.

Es significativo que la gente se sienta impotente ya que dos de cada tres encuestados, un 66 %, piensan que la gente como ellos tiene poca influencia sobre la economía global. Una proporción similar, el 63 %, considera que los trabajadores tienen demasiada poca influencia. Para contrastar estas apreciaciones, la mayoría piensa que el 1 % más rico (65 %) y los intereses de las empresas (57 %) tienen demasiada influencia.

Estas opiniones culminan en la percepción por parte de casi tres cuartos de los encuestados (71%) de que el sistema económico de su país favorece a los ricos; percepción que comparte la mayoría de los encuestados en todos los países cubiertos y que viene a demostrar la ruptura generalizada del contrato social.

Los ingresos familiares, la seguridad en el empleo y un sentimiento extendido de pérdida de control respecto al trabajo y su salario arrojan resultados inquietantes que analizaremos mañana.

(Continuará)




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