En medio de la desolación y del pesimismo, se escucha una voz con un mensaje que suena a oportunidad: es la de Ginés Martínez, CEO de ‘Jumbo Tours Group’, la división española de Alpitour, el primer turoperador internacional en Italia:
“Los destinos del invierno son larga distancia y nuestra apuesta principal ahora, si va bien, es concentrarnos en Canarias”.
Añade Martínez que “vamos a poner aviones a Canarias que hasta ahora no habíamos puesto, los 787, que normalmente los tenemos dedicados al largo recorrido y vamos a meter más rotaciones”.
Pocos mensajes como este desde que fue declarado el estado de alarma y desde que se paralizó la actividad productiva, la turística, que salvo algunos núcleos reactivados, ha quedado reducida a la mínima expresión.
Y este anuncio, que pone el foco en un mercado que, cuando fue descubierto, allá a finales de los ochenta, significó un importante incentivo tanto para el norte como para el sur de la isla, viene a representar un rayo de esperanza en la necesidad de superar este trance de vacas flacas en el sector.
De modo que la apuesta de Alpitour por Canarias, a la espera de materializarse con programas y contratos, es bien vista para la reanimación. El argumento de los aviones y la larga distancia es bastante sólido, por lo que procede una promoción adecuada con tal de que los contingentes de italianos sean un fundamento poderoso que igual sirve de estímulo para otros mercados emisores.
Ginés Martínez, por cierto, ha aportado una nueva idea a la coyuntura que se padece. Considera que nos encontramos ante “una crisis de paciencia”, o lo que es igual, si se admite que los recursos turísticos están ahí, “tenemos que esperar a que aparezcan las soluciones, médicas y económicas, que también harán falta”.
De ahí que la ‘oportunidad italiana’ deba ser valorada atentamente, con una gestión preparatoria encaminada a la captación de clientela que encontró en el destino insular una opción sugerente y hasta exótica. Si alemanes e ingleses tienen una cultura vacacional estimable, desarrollada con agenda previsora y cada vez más exigente con los alojamientos escogidos, los italianos pueden volver a hacer gala de su espontaneidad, de su más latina capacidad de improvisación.
Para eso, naturalmente, hay que corresponder con una oferta atrayente, aunque, dadas las circunstancias, el primer adjetivo que procede emplear es segura, única manera de que el célebre ‘boca-oído’empiece a funcionar nuevamente y se convierta en otro eficaz soporte de promoción.
“La clave va a estar en la confianza en el mercado español”, proclama Ginés Martínez, que se ha mojado y ha anticipado, en medio de la desolación y el pesimismo, las primeras expectativas de reanimación. La opción italiana es muy interesante.
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