Las cifras que se van conociendo ponen de relieve la crisis turística, mientras las señales de recuperación siguen siendo intermitentes. España no acogerá este año cincuenta y cuatro millones de turistas, por ejemplo. Las pérdidas económicas del sector turístico alcanzarán los ochenta y ocho mil millones de euros, lo que supone el 6,2 % del Producto Interior Bruto (PIB), otro ejemplo. Las comunidades más golpeadas son Baleares y Catalunya, donde el turismo caerá un 76 % y un 66 %, respectivamente.
Pero hay más: el manager de la firma ‘Simon-Kucher and Partners’, Carles Munich, ha lamentado que a lo largo de las últimas semanas se ha producido un repunte de las cancelaciones. “Nos queda –dice- salvar la temporada de otoño-invierno en zonas turísticas como Canarias y retomar el flujo de viajeros para lo que queda de año dentro de la península”.
Recordemos que hace pocos días nos hicimos eco del propósito del principal turoperador italiano que, teniendo en cuenta el factor aviación, pretende centrar en Canarias su principal núcleo operativo comercial.
Por tanto, es difícil predecir si ya hay claridad en el túnel, en tanto que los agentes, operadores turísticos, instituciones y organismos se posicionan en la pugna por reconquistar los mercados. Consta que en el seno del World Tourism and Travel Council (WTTC) se siguen buscando fórmulas para paliar la crisis y encontrar salidas viables. La Organización Mundial del Turismo (OMT), con cautela y muchas reservas, lanza mensajes de apoyo a los gobiernos; pero la situación debe estar tan enrevesada que no hay concreción ejecutiva.
Y es que hay que ser conscientes del miedo. Mientras no se despeje –con vacunas o respuestas impecables de la población- será difícil retomar los hábitos de viaje o recuperar la cultura de las vacaciones tan ponderada en algunos países como Inglaterra y Alemania. En cualquier caso, tengamos presente la “crisis de paciencia” de la que hablamos esta misma semana, a propósito de lo manifestado por un experto internacional como Ginés Martínez, quien señala que si se admite que los recursos turísticos están ahí, “tenemos que esperar a que aparezcan las soluciones, médicas y económicas, que también harán falta”.
En este sentido, el turismo ya no será lo que era. Lo ocurrido –lo que está ocurriendo- obligará a cambios, quién sabe si hasta en el mismo engranaje de la turoperación. En el contexto de países como España, Carles Munich duda si la distancia social y las duras restricciones dificultarán o ralentizarán la reactivación turística, por su efecto psicológico y social, aunque habrá que balancearlo con las ganas y necesidad tremenda de normalidad real y la recuperación económica del turismo.
Claro, eso determinará la suerte de muchas empresas. Para algunas, la situación es ya insostenible. Aumentarán los desempleados, claro. Ojalá tuvieran una segunda oportunidad si se contrasta fehacientemente la recuperación, antes de ser absorbidas en procesos de fusión o de compraventa o de que la banca se lance a la pieza sin miramientos.
La crisis sigue dando coletazos. Sobrevivir no será fácil.
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