martes, 19 de marzo de 2019

BLOQUES O CRITERIOS PERIODÍSTICOS

La proximidad de nuevas campañas electorales pone nuevamente sobre la mesa la controversia de la cuestión de la información sobre los comicios. Ya saben: cuáles son los criterios que deben caracterizar su emisión (principalmente en medios públicos), si deben guardar un carácter estructural o de bloques, si la duración o el espacio deben ajustarse a resultados de las última convocatorias... en definitiva, cuál es el tratamiento idóneo: el ajustado a pautas de interés informativo o periodístico o el condicionado por otros factores vinculados a normativa electoral.

La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) ha vuelto a fijar posición al respecto y ha reiterado su llamamiento a los partidos políticos para que sean suprimidos los bloques electorales en los informativos en las cadenas de televisión, de modo que la información se rija exclusivamente por criterios periodísticos.

Entiende la FAPE que la imposición de los bloques significa una limitación del derecho de los ciudadanos a recibir una información imparcial y plural. Este derecho, según la organización, se ve claramente coartado por la proporcionalidad (tanto en duración como en orden) que establece la normativa electoral. Así las cosas, la Federación exige a los partidos políticos que “respeten el libre ejercicio del periodismo y dejen el criterio de informar a los profesionales de los medios que están sujetos a los bloques electorales”.

Y aunque los locutores añadan la coletilla justificativa con la que, teóricamente, se salva la posición del medio (vulgo, no queda otra), lo que procede, si hay voluntad política de los partidos, es la modificación de la norma correspondiente para que primen esos criterios periodísticos a la hora de emitir información sobre la campaña. Bien es verdad que no será fácil admitirla como solución ideal teniendo el cuenta el sesgo y los intereses de las empresas mediáticas.

El Consejo de Informativos (CdI) de RadioTelevisión Española ya hizo en su momento algunas consideraciones al respecto. Cree que lo bloques, de estructura cerrada y ordenados en función de la representatividad política obtenida en los últimos comicios, “no cumplen los principios de imparcialidad, pluralismo y neutralidad propios de la radiotelevisión pública, y se convierten así en espacios de propaganda de los partidos que para ello ya tienen asignado su lugar en la parrilla”. El CdI añade que los bloques no responden al interés informativo general ni garantizan la presencia adecuada de todas las fuerzas políticas concurrentes”.

En el número 71 de la Revista Latina de Comunicación Social se publica un trabajo que contiene una propuesta de modelo alternativo para superar el conflicto del que son autores los profesores Joaquín Marqués- Pascual, Joan Francesc Fondevila-Gascón, Clara de Uribe Gil y Marc Perelló-Sobrepere. Son partidarios de mantener el sistema de bloques pero estableciendo un modelo mixto que implica una parte proporcional a la representación conseguida en las anteriores elecciones y otra parte de criterio periodístico. “El equilibrio de poderes -señalan los firmantes- confiere a los medios de comunicación un papel de controladores (gatekeeper) que nadie debe usurpar, y que la sociedad civil demanda y merece en tanto que rol necesario para el sistema democrático. La salud de éste se mide por la libertad de expresión y la pluralidad de medios de comunicación. Y otorgar a los periodistas libertad de criterio al informar sobre las campañas electorales es una de las evidencias más diáfanas en este sentido”.

La estimable conclusión de este trabajo es que “el equilibrio democrático entre medios de comunicación y partidos políticos viene determinado por un replanteamiento profundo del concepto de bloque electoral y, para ello, resulta necesario encontrar una solución al conflicto. Animamos a las fuerzas políticas a la superación de la situación ya que ayudaría a todas las partes implicadas. Los ciudadanos conseguirían una información veraz en todo momento. Los representantes políticos no verían menoscabado su nivel de prestigio y, por ende, pensamos que mejoraría su imagen pública. Los medios y sus profesionales ganarían en credibilidad. La calidad de la democracia, en suma, se vería beneficiada y la salud democrática en nuestro país ganaría enteros”.

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