Primeras
señales de resistencia al cierre de La
Opinión de Tenerife. Será
difícil evitarlo pero se han escuchado las voces gremiales y
sindicalistas que lamentan la decisión empresarial y se han sentido
las primeras protestas públicas, justo en el exterior de la sede del
medio. La crisis del periodismo, de la profesión periodística se
prolonga, aunque haya práctica unanimidad a la hora de considerar
que es el oficio más necesario del mundo. “Por esa condición de
bien común, de líquido amniótico de la libertad”, escribe Manuel
Rivas en un artículo magistral titulado “El periodismo no es
hermoso”.
Que
desaparezca una cabecera es siempre un motivo de preocupación,
máxime si su irrupción, como fue el caso, significó una
alternativa en el panorama mediático en la isla y hasta una fuente
de generación de empleo. Se resiente la democracia, se resiente el
pluralismo, se resta una opción a la facultad de escoger que tienen
los lectores. Merma, en definitiva, la libertad de información o de
expresión. Si se añade que hay familias y profesionales que sufren
directamente las consecuencias (¿por qué será que siempre pierden
los mismos?), es evidente que la crisis se desata en toda su
dimensión. La sociedad sale perjudicada.
La nueva
empresa propietaria argumenta razones económicas pero la
representación de los trabajadores y los sindicatos no las acepta.
Es un expediente de regulación de empleo (ERE) extintivo lo que, en
principio, dejará sin trabajo a treinta y siete trabajadores, a la
espera de medidas que favorezcan las recolocaciones y otras
soluciones encaminadas a salvar el empleo.
Son horas y
fechas inciertas pero la lucha no debe decaer. Ahí tienen el ejemplo
del personal de los medios públicos gallegos que lleva cuatro meses
de luto como forma de protesta y sale a las calles de Santiago de
Compostela no para reivindicar una mejora salarial sino más
libertad para ejercer. Porque quieren que su cometido profesional
esté libre de la multiplicidad de factores que desde los poderes
públicos lo desvirtúan.
En
La
Opinión de Tenerife se
resisten. Es natural -y merecedora de solidaridad- la defensa que
hagan los afectados de una causa global y de su propia causa. La
condición de bien común de la que habla Rivas. La otra hermosura
del oficio que hay que recuperar.
Por dignidad
y para evitar que quede del todo destartalado, sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario