El Infantil Peñón ha cumplido sesenta años y han celebrado un
acto conmemorativo (Hay quienes dudan de la exactitud de la fecha. Puede que sean unos pocos menos, salvo que sumen los de una primera etapa que, con el mismo nombre, no era Infantil). La ocasión, en cualquier caso, nos devuelve por unos instantes a la
adolescencia y algo en lo que participamos: el Infantil fue el equipo en el que
jugamos, en el que hicimos modestísimos pinitos, como tantos otros escolares
portuenses, allá por la segunda mitad de la década de los sesenta del pasado
siglo.
Llegamos inopinadamente, sin proponérselo. Una tarde en el
campo, como muchas, sentados en el graderío. Debieron vernos cara de
desconsuelo. Era el primer día de entrenamiento. Invitar a participar y aceptar
fue todo uno. A los pocos minutos, a las órdenes de Andrés Pagés, que había
sido delantero centro de “aquel Puerto Cruz llamado el pequeño Real Madrid”, ya
estábamos corriendo y haciendo ejercicios físicos. Para sorpresa de otros
muchachos de nuestra edad y de quienes hacían lo mismo en el Infantil Puerto
Cruz. A Pagés le sucedería Vicente León Torres, componente de la delantera de
aquella escuadra.
Un par de días después firmábamos la ficha. Infantiles era la
última categoría entonces, reservada a quienes tenían entre doce y quince años.
El Infantil Peñón ya tenía su solera: Antonio Plasencia, a la sazón, el
encargado general del campo, era el presidente. Plasencia era muy amigo de la
familia a la que trasladó su contento por aquella incorporación tan inesperada.
Le secundaban, entre otros, como directivos, los hermanos Gregorio y Jerónimo
Álvarez Carballo. Eran todos muy entusiastas, sobre todo, construyendo las
casetas, haciendo de albañiles y vendiendo rifas en los partidos del C.D.
Puerto Cruz, repartiéndose los domingos equitativamente.
Jugamos algunos partidos oficiales pero destilábamos un
cierto temor y no seguimos aquella incipiente senda futbolera. Todo lo
contrario de otros coetáneos que se forjaron vestidos de rojigualda y calzón
negro, que esos eran los colores de la equipación. Algunos destacaron
sobremanera y accedieron a los juveniles y al primer equipo portuense para ser
titulares y figuras. Una mención especial para Gerardo González Movilla que
jugó en el juvenil Taoro, probó en el Real Madrid y fichó para varias
temporadas en el Club Deportivo Tenerife antes de retornar a Puerto Cruz.
El espacio para entrenar en El Peñón generó algunas disputas
y muchos recelos. Había que defender unos pocos metros cuadrados y no digamos
las porterías para ensayar. Pero tales disputas alcanzaron su punto álgido cuando
Plasencia y Álvarez quebraron su amistad y emprendieron caminos separados: el
primero quedó al frente del Infantil Peñón y el segundo refundó el Once
Piratas, mítico equipo juvenil de los sesenta, ahora con infantiles.
El Infantil Peñón, pese a las limitaciones y los
imponderables, ha seguido su densa y larga trayectoria, incorporando otras
categorías de formación. Ha sido, desde luego, un dignísimo representante del
fútbol base del Puerto de la Cruz, con numerosos títulos y con muchos nombres
de futbolistas destacados. Ahora sexagenario. Y hasta con un himno. Razón de más para respetarlo y
reconocerlo.
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