jueves, 7 de marzo de 2019

NI ESTUDIAN NI TRABAJAN: PREOCUPANTE

En el informe titulado Explotación de variables educativas de la Encuesta de Población Activa de 2018, publicado por el ministerio de Educación, Canarias figura como la tercera comunidad española con más población joven que ni estudia ni trabaja, solo superada por Extremadura y Andalucía. Los números cantan: más de setenta y un mil jóvenes de las islas, entre 15 y 29 años, integran el grupo social de ninis, término acuñado por Naciones Unidas en el año 2007 para referirse a este colectivo que abandonó sus estudios y no se ha incorporado al mercado laboral. Esos setenta y un mil doscientos jóvenes representan, en números relativos, el 19,1 % de las chicas y chicos de ese segmento de edad en las islas.
El presidente del Consejo Escolar de Canarias, Ramón Aciego, ha sido el primero en reaccionar al afirmar que ese porcentaje es preocupante. Lo relaciona con el abandono escolar temprano que en Canarias se situó el pasado año en el 20,9 %, quebrando la tendencia a la baja que se percibía durante los últimos años.
La media española se sitúa en el 15,3 %. Canarias, por tanto, está 3,8 puntos por encima. Donde hay menos ninis es en el País Vasco (8,2 %). La media europea es del 12 %, registrando Italia (19,3) y Bulgaria (18,5) porcentajes muy altos.
En nuestra Comunidad Autónoma, hay más jóvenes varones que ni estudian ni trabajan que mujeres: un 19,7 % frente al 18,6 %. Las impresiones de Aciego son aún más inquietantes cuando, repasando el informe, en 2018 el 27 % de la población que ni estudia ni trabaja en las islas no ha terminado le educación secundaria. Son siete puntos más que en el año anterior. Otro apunte llamativo que se consigna es que las mujeres sin formación secundaria tiene más dificultades que los varones para encontrar empleo. Lo peor es que si se amplía la franja de edad, el 21 % de las personas entre 15 y 34 años en Canarias no estudia ni tampoco trabaja.
Parece claro que los estudios inconclusos en esos niveles son un serio handicap para luego encontrar trabajo. Los propios jóvenes deberían ser conscientes de este hecho. Si a las dificultades para crear empleo se unen la desigualdad en la formación, las exigencias por parte de las empresas y la feroz competencia para lograr un contrato, siquiera temporal, tendremos un elemental cuadro de la economía productiva muy condicionado y muy complicado. Ya no bastan el voluntarismo o los conocimientos limitados. Que una parte de la sociedad canaria, en una franja de edad que debería enfocar su futuro y su medio de vida de otra manera, más responsable, no estudie ni trabaje, hace que muchas previsiones sociales y económicas sean bastantes frágiles.

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