En
el informe titulado Explotación
de variables educativas de la Encuesta de Población Activa de 2018,
publicado
por el ministerio de Educación, Canarias figura como la tercera
comunidad española con más población joven que ni estudia ni
trabaja, solo superada por Extremadura y Andalucía. Los números
cantan: más de setenta y un mil jóvenes de las islas, entre 15 y 29
años, integran el grupo social de ninis,
término
acuñado por Naciones Unidas en el año 2007 para referirse a este
colectivo que abandonó sus estudios y no se ha incorporado al
mercado laboral. Esos setenta y un mil doscientos jóvenes
representan, en números relativos, el 19,1 % de las chicas y chicos
de ese segmento de edad en las islas.
El
presidente del Consejo Escolar de Canarias, Ramón Aciego, ha sido el
primero en reaccionar al afirmar que ese porcentaje es preocupante.
Lo relaciona con el abandono escolar temprano que en Canarias se
situó el pasado año en el 20,9 %, quebrando la tendencia a la baja
que se percibía durante los últimos años.
La
media española se sitúa en el 15,3 %. Canarias, por tanto, está
3,8 puntos por encima. Donde hay menos ninis
es
en el País Vasco (8,2 %). La media europea es del 12 %, registrando
Italia (19,3) y Bulgaria (18,5) porcentajes muy altos.
En
nuestra Comunidad Autónoma, hay más jóvenes varones que ni
estudian ni trabajan que mujeres: un 19,7 % frente al 18,6 %. Las
impresiones de Aciego son aún más inquietantes cuando, repasando
el informe, en 2018 el 27 % de la población que ni estudia ni
trabaja en las islas no ha terminado le educación secundaria. Son
siete puntos más que en el año anterior. Otro apunte llamativo que
se consigna es que las mujeres sin formación secundaria tiene más
dificultades que los varones para encontrar empleo. Lo peor es que si
se amplía la franja de edad, el 21 % de las personas entre 15 y 34
años en Canarias no estudia ni tampoco trabaja.
Parece
claro que los estudios inconclusos en esos niveles son un serio
handicap para luego encontrar trabajo. Los propios jóvenes deberían
ser conscientes de este hecho. Si a las dificultades para crear
empleo se unen la desigualdad en la formación, las exigencias por
parte de las empresas y la feroz competencia para lograr un contrato,
siquiera temporal, tendremos un elemental cuadro de la economía
productiva muy condicionado y muy complicado. Ya no bastan el
voluntarismo o los conocimientos limitados. Que una parte de la
sociedad canaria, en una franja de edad que debería enfocar su
futuro y su medio de vida de otra manera, más responsable, no
estudie ni trabaje, hace que muchas previsiones sociales y económicas
sean bastantes frágiles.
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