jueves, 4 de junio de 2020

DEL APLAUSO AL GALARDÓN


Se supo al mediodía de ayer, mientras se desarrollaba el pleno de la prórroga del estado de alarma. Los que se pronunciaban en contra de los aplausos de las siete se habrán removido en los asientos. Quienes hicieron del deber profesional un ejercicio indómito, a prueba de tantas cosas, han recibido una compensación acreditativa de su esfuerzo.

El premio Princesa de Asturias de la Concordia ha sido en esta edición para el personal sanitario que ha luchado contra la COVID-19, un virus del que nada se sabía, que ha ido coleccionando contagios y víctimas mortales y que sigue manteniendo la guardia de gobernantes en todo el mundo.

Un merecido galardón, sin duda. De los que satisface a todo el mundo. De los que llena. De aquellos aplausos de la sociedad a un reconocimiento de prestigio. Ayer mismo, en Asturias, se registraban las primeras muestras de correspondencia: personal sanitario se concentraba en el exterior de centros hospitalarios y de varios centros de salud, sencillamente para aplaudir, dar las gracias y emocionarse. Porque la ocasión lo merece. En medio de tanta ingratitud, de tanto reproche, de tanta desazón, la profesión sanitaria se ha visto ensalzada. Es un reconocimiento a la ética, a la entrega y a la abnegación. A un esfuerzo sostenido que también enorgullece al sistema público sanitario.

Aplauso, apenas un sonido”, era el título de una entrada que apareció durante las primeras semanas de la pandemia. Glosábamos entonces el aplauso de las siete, una hora más en la península, prorrumpido desde ventanas y balcones. Un gesto espontáneo –escribíamos-, una expresión de desahogo de las circunstancias que concurren.

Un párrafo de aquel texto que reproducimos: “Aplaudir es un acto de desprendimiento y generosidad. A esa hora se sale para manifestar ánimo y solidaridad con profesionales y colectivos que impulsan, a su manera, las ganas de que esto acabe. No son palmeros contratados. Ni mucho menos los que están respondiendo a una convocatoria de algo o alguien en concreto. No hay otro móvil que el muy noble de de seguir estimulando el quehacer y la entrega de quienes trabajan de forma abnegada, fortaleciendo el sistema público sanitario y poniendo a prueba la prestación de los servidores públicos en sus respectivos ámbitos y cometidos”.

No, no se molestaba con aplaudir. Aquel sonido dispar, heterogéneo, no era ruido. Era sentimiento de pueblo. Te podías preguntar, ¿a quién se molesta con el aplauso sencillo? La respuesta estaba en el viento: “Pero si es un flash, un sonido, un momento de alegría y catarsis en medio de tanta penuria”.

Ayer llegó otra respuesta: el premio Princesa de Asturias de la Concordia. Cuando sea entregado, en octubre, el aplauso será atronador. Seguirá siendo un sonido.

Día 81 de la alarma

El tempranero ruido de máquinas revela el trabajo de mantenimiento de parterres y jardines en los alrededores de la plaza del Charco. Más lejos, pero también perceptible, el de la maquinaria que ejecuta las obras de drenaje para la conducción de aguas pluviales en los alrededores del muelle pesquero.

Hay pleno en el Congreso. Petición de sexta y última prórroga del estado de alarma. La suerte está echada. Ana Oramas, de Coalición Canaria, le echa emoción a su intervención, entre el reproche y la apelación a la responsabilidad.

Al filo del mediodía, compartimos tertulia radiofónica en Cope Tenerife. Guillermo García Saavedra, su coordinador, desaprueba una de las estampas más insólitas de la pandemia en nuestro país: una concejala de Torrox (Málaga) interviene en un pleno telemático de la Mancomunidad de Municipios de la costa oriental, Axarquía, desde la playa y en bikini. Vivir para ver. Tenía antecedentes la edil Moreno, del Partido Popular: en octubre de 2015 fue “pillada” en plena fue pillada en plena faena doméstica, y cazada e inmortalizada fotográficamente, mientras hacía las compras en un supermercado utilizando un vehículo 4x4 perteneciente al parque móvil del Ayuntamiento de Torrox. Coincidimos, en fin, en lo reprobable del comportamiento.

El calor del mediodía es difícilmente soportable. Después de almorzar, continúa el pleno de las Cortes. Turno de preguntas y repuestas. El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, aguanta y se basa en la firmeza de sus convicciones para afirmar que no dimite.

Por la tarde, reunión bilateral del ministerio de Sanidad con la consejería del ramo del Gobierno de Canarias. Al frente, los dos máximos responsables, el ministro de Sanidad, Salvador Illa; y el consejero, Julio Pérez. El departamento canario considera que la comunidad cumple con los requisitos que el ministerio establece para que las islas de Fuerteventura, Lanzarote, Gran Canaria, Tenerife y La Palma pasen a la fase 3 de la desescalada hacia la nueva realidad. Eso significa que el lunes 8 todos los territorios insulares estarían en la misma situación. Una vez que todas las islas se encuentren en fase 3, la Consejería de Sanidad pedirá al Ministerio la posibilidad de retomar los viajes interinsulares.

En los municipios norteños de Tenerife, las cifras siguen mejorando. Solo un nuevo contagio en Los Realejos a lo largo de los últimos cuatro días, diecisiete altas y sin fallecidos. Pero hay que seguir obrando con cautela.

Más fresco cuando anochece. Se agradece.


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