Nos
está pasando. En el camino de la normalización, vamos avanzando,
lentamente, hacia horizontes de estabilidad, mejor dicho de
cotidianeidad, también el periodismo. No solo son noticias del virus
y sus consecuencias: también hay que ocuparse de otros hechos
noticiosos, de actividades que se recuperan, de preparativos, de
aplazamientos y de aniversarios. Si nos apuran, hasta vamos tejiendo
las derivadas de la experiencia que ha significado ocuparse de la
pandemia en tiempos de la pandemia. Que aún no se puede dar por
finalizada, de acuerdo; pero que ya empieza a ser contemplada con
cierto sentido de perspectiva. Y en algunos foros –escasos, eso sí-
hasta se habla de reconstrucción. Hay que ocuparse de ella.
Veamos
algunos ejemplos: el consumo de información. Ha aumentado de forma
extraordinaria a lo largo de los últimos meses. Ha crecido,
especialmente, en los grandes medios. En concreto, en la televisión.
Y de forma paralela, no debemos olvidarlo, en las redes sociales,
donde se ha venido librando la batalla del radicalismo ideológico y
de las noticias falsas. Los consumidores han compatibilizado el uso
de los medios generalistas y más abiertos con el de los
especializados y fragmentados, precisamente a través de las redes.
El
confinamiento contribuyó a la televisión convencional a recobrar
una iniciativa que ha ido apagándose o no existía a lo largo de los
últimos años. Se notaba un esfuerzo de competencia. Es verdad que,
a medida que avanzaba la pandemia, mucha gente se hartó y prefirió
consumir productos alternativos, como series emitidas en plataformas.
Pero no puede negarse que la información resultó ser el género más
seguido. Ruedas de prensa completas, vigencia del directo,
informativos con amplia utilización de las videollamadas… Los
grandes programas de espectáculo o la producción de series se
vieron interrumpidos. Hubo que recurrir al videoarchivo y rescatar
con probada frecuencia. Y hasta los magacines terminaron
introduciendo testimonios o tratamientos de hechos de alguna manera
vinculados a los estragos del virus.
Los
analistas apuntan que, en el fondo, esa fue la salvación pues la
publicidad tendió a la baja y las cadenas a duras penas mantenían
los costos de una programación convencional. El sector de la
producción de programas y series en televisión intenta salir de los
bajo mínimos pero le costará muchísimo. Que se tenga en cuenta,
además, el éxito comercial de las series, al no depender de la
publicidad sino del abono directo de los usuarios. No se conoce, por
ahora, alternativa española al que resulta ser uno de los negocios
impulsados por la emergencia sanitaria mundial Otro ejemplo: la
eclosión de las redes sociales. Incontenible. Señala el crítico
José Miguel Contreras que “la extensión de su capacidad de
interconexión tiene un grave inconveniente: el descontrol absoluto
de los contenidos”. La proliferación de campañas de intoxicación
organizadas no solo es evidente sino que se sucede a ritmo de
vértigo. Para colmo, nadie quiere hacerse responsable de lo que
aparece, con fines perversos, malintencionados, y con fraseología
despectiva o insultante. La aportación a la contaminación
informativa tiene mucho peso y abona la teoría de Antonio Guterres,
secretario general de Naciones Unidas: “El azote de la
desinformación”. Sirva este dato: el último estudio realizado al
respecto por el “Pew Research Center”, en Estados Unidos,
concluye que los ciudadanos que se informan prioritariamente por
redes sociales “son los que menos saben sobre la evolución de la
COVID-19 y más de la mitad de ellos (57%) son conscientes de acceder
cotidianamente a datos falsos sobre el asunto”. Es tremendo.
Habrá
que seguir ocupándose de estas repercusiones en los medios. Prensa y
radio también acusan la crisis de la publicidad. La debilidad del
mapa mediático es evidente.
Día
84 de la alarma
Efectivos
del servicio municipal de limpieza replican a voz en grito, cuando
aún es de noche, a alguien que grababa sus tareas (se entiende que
sin autorización) desde una cafetería próxima. Si ya los ruidos de
la maquinaria, en esas tempranuras, se escuchan hasta retumbar,
imaginen cuando se alternan con reproches o expresiones de enfado en
voz alta. No pasó más.
La
misa del domingo en la Peña empieza a partir de hoy a las 8.30
horas. Se supone que medirán la respuesta de asistencia para
determinar si se impone ese horario para cuando finalice el estío.
Hoy estaban los habituales, tan respetuosos con las indicaciones,
solo que cambiados de sitios.
Un
pensamiento en el muro de
facebook
es tendencia: “Más humildad, menos prepotencia”. Es muy
genérico, claro que sí. Válido también para algunos que
frecuentan la red social, un auténtico campo de batalla donde
dirimir el radicalismo ideológico y las noticias falsas, tal como
escribimos en la primera parte de la entrada después de haber leído
el informe de un instituto de investigación sociológica
norteamericano.
Mensaje
de Nico Castellano, periodista de la SER, desde Madrid. Su reportaje
sobre el papel de la radio durante la pandemia cubriendo casi todos
los huecos físicos dejados en las escuelas y colegios está lleno de
sugerencias y matices. Invita a imaginar poblaciones remotas donde
los educandos hacen todo un esfuerzo para no quedarse atrás. Nos
congratulamos de que la lección de Radio ECCA haya sido bien
aprendida por tantos docentes y tantos responsables de departamentos
empeñados en que nadie se quede sin aprender.
Comparecencia
del presidente Sánchez después de reunirse con sus colegas
autonómicos. El fondo no reembolsable de diecisiséis mil millones
de euros distribuir tiene unas finalidades prioritarias de gasto:
para educación y sanidad, el setenta por ciento. El resto será para
mitigar la caída de ingresos por el desplome de la economía.
Algunos presidentes, de distintos signos políticos, no están de
acuerdo con los criterios. Quim Torra, presidente de la Generalitat,
también discrepa y se muestra contrario “a los vaivenes del
ejecutivo”. El presidente canario, Ángel Víctor Torres, si está
de acuerdo con la proposición del Gobierno pero apoya al presidente
gallego, Alberto Núñez Feijoo, que aspira a que cada territorio
disponga de los fondos en educación para redistribuirlos según sus
necesidades.
Colas
considerables en una heladería ubicada en el costado sur de la plaza
del Charco, mientras aprieta la tarde calurosa. Pronto, en las
proximidades, se iniciarán unas obras de mejora y
acondicionamiento, en la calle Blanco, adjudicadas por el Cabildo
Insular de Tenerife, con el informe favorable del área que se ocupa
de implementar el Plan de Activación Económica y Social de la isla
que coordina José Gregorio Martín Plata. Las obras durarán ocho
meses. Serán ejecutadas por ‘Copisa Constructora Pirenaica S.A.’,
con un presupuesto de quinientos treinta y cuatro mil noventa y siete
euros en números redondos, financiado a tres bandas: Cabildo,
Gobierno y Ayuntamiento.
Llamada
de Ángel Tristán, que prepara libro. Quiere concretar algunos
extremos de aquella crisis de migrantes que se vivió en Canarias en
la segunda mitad de la primera década del siglo. Recordamos el
episodio del antiguo campamento militar de Las Raíces (El Rosario)
en la parte alta del aeropuerto ‘Tenerife Norte Los Rodeos’.
Se
avanza hacia la fase 3. El Gobierno de Canarias se hace cargo de la
desescalada. Ya de noche, sorprende una llovizna. Pero la cola en la
heladería prosigue.
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