Superado
el estado de alarma, que no la pandemia, continuará el proceso de
cambios y transformaciones en el ámbito de la comunicación. Los
consumidores de la información asistiremos a la desaparición de
cabeceras, a la fusión de empresas editoras y a iniciativas de
cooperación periodística que, sobre el papel, sustanciarán la
competitividad y contribuirán a un más alto nivel cualitativo de
los productos que se ofrezcan.
Una
de las estrategias que ya desarrollan algunas marcas es la de pagar
por leer. O lo que es igual, acceder a los contenidos informativos,
previa suscripción al medio o a las ediciones digitales. Se llaman
muros de pago. Puede que España se incorpore algo tarde a un hecho
que ya no tiene marcha atrás pero que es una de las características
principales y evidentes del denominado cambio de modelo de negocio,
salta a la vista. Un cambio que se aprecia no solo en el consumo de
información, en sus hábitos y en sus modos, sino en el concepto
mismo de su funcionamiento: las estrategias tradicionales se han
resquebrajado, el papel parece tener las horas contadas, las
alternativas de formatos arrevistados y ajustados a determinados
fechas (por ejemplo, las del fin de semana) van pasando de la
experimentación a la consolidación y así se va quebrando aquel
viejo principio de que todos los medios sean generalistas y se
financien con publicidad. La situación de los periódicos impresos,
uno de cuyos canales de financiación, aunque reducido, era también
la venta de ejemplares, es en muchos casos insostenible.
O
sea, que la suscripción ha llegado para quedarse, liquidando, de
paso, el imperio de la gratuidad. El ‘gratis total’ va a dejar de
ser una excepción. Ya no será hegemónico, desde luego. Escribe el
periodista Juan Carlos Blanco que “el concepto fetiche de este
nuevo tiempo ya no es el del número de lectores, de visitas o de
páginas vistas. Eso se queda para quienes siguen obsesionados con el
SEO
(el proceso que sirve para mejorar la visibilidad de un sitio web en
los resultados orgánicos de los diferentes buscadores) más
viral. Ahora el concepto fetiche es el de suscriptor”. Por eso, una
de las conclusiones a las que se llega es que todos andan en busca no
de lectores sino de suscriptores.
Estamos,
entonces, ante un panorama de competencia informativa distinto en el
que será indispensable amasar las fortalezas para ganar la confianza
de los suscriptores. Las empresas y las marcas no podrán siquiera
esgrimir la añoranza. Ese tiempo pasado no volverá. Ahora hay otros
valores que habrán de cultivar sin reservas si quieren encontrar un
hueco en lo que se presume será un feroz mercado. Es más, no hay
muchas alternativas que digamos. Blanco opina que “el
cordón umbilical que une a los lectores con sus
marcas
periodísticas, debe traducirse en un compromiso recíproco en el que
ambas partes tendrán sus obligaciones: el de la marca periodística
será el de ofrecer un producto que sea útil y del que te puedas
fiar y el del ciudadano será el de contribuir de algún modo a que
ese medio pueda seguir siendo sostenible y lo suficientemente sólido
como para soportar las presiones políticas y económicas que sufren
los medios que son capaces de influir en su entorno”.
A
la pregunta si, en consecuencia con lo anterior, hay que pagar
siempre por las noticias, la respuesta es que son posibles
excepciones o alternativas, bien es verdad que ajustadas a eventos,
generación de contenidos de marca y prestación de determinados
servicios, entre ellos, los de comunicación. Y si apuran, en algunos
casos, hasta de la publicidad misma.
La
filosofía es clara: si se paga por ver fútbol y otros
acontecimientos deportivos, series, cine y similares, por estar
entretenidos en definitiva, habrá que hacerlo por estar informados.
Queremos medios y productos de calidad, que robustezcan el periodismo
en sí mismo y, de paso, la salud democrática de nuestras
sociedades. Y lo queremos porque cada vez somos más conscientes del
entorno de saturación mediática que nos envuelve, donde los bulos y
las paparruchas circulan intensamente en redes y grupos de mensajería
móvil. Ahí es donde los medios tendrán que hacer viables los
nuevos modelos de negocio a partir de la credibilidad o confianza que
generen en la comunidad en la que prestan sus servicios. En en el
análisis sobre el particular del periodista Juan Carlos Blanco, se
señala que “los medios de comunicación son un ‘valor refugio’
ante las toneladas de basura pseudomediática con las que nos topamos
a diario. Y tienen que aprovechar su posición”.
Habrá
que pagar por ese nuevo periodismo, pese a que haya tantísimas
informaciones en abierto, hecho que hará difícil que la gran
mayoría pague por contenidos informativos, e incluso habrá quien
diga que prefiere pagar por estar entretenido que por estar
informado. Algo que ya ocurrió cuando a los periódicos les dio por
promociones de muy diversa índole y eran numerosos los compradores
que en el quiosco renunciaban al ejemplar para llevarse solo el
artículo/obsequio. Pero la idea está cada vez más extendida: el
periodismo también hay que pagarlo, sobre todo si se quiere contar
con empresas informativas sólidas y solventes capaces de ejercer de
contrapeso de los poderes políticos y económicos.
Por
tanto, más suscriptores y menos lectores.
Día
99 de la alarma
Se
conmemora el Día Internacional del Solsticio. Y es que ya estamos en
verano. A ver si la temporada respeta el monte y los bosques. Y no
hay restricciones de agua. Lo que queremos todos es que la normalidad
discurra por su vía natural, sin sobresaltos.
Alguno
han padecido los vecinos del sector Botánico-La Paz que bajan a la
Peña de Francia para la misa dominical pues en el templo de la
urbanización próximo a la autovía de acceso por el este se han
encontrado con un rótulo que dice “Misa suspendida. Por falta de
quórum”. O de cuórum, que así también podría escribirse.
Con
expectación, con ilusión de normalización, Canarias recibe los
primeros visitantes europeos ya con el estado de alarma superado. Los
aeropuertos de
las islas se han abierto este domingo a los viajeros nacionales de
los países que forman el espacio Schengen, a excepción de Portugal,
después de que el Gobierno de España levantara fronteras para
viajar entre los Estados a los que vincula este acuerdo.
Hay
balances de este período por todos lados. En la práctica, cien días
difíciles de sobrellevar, con muchas incertidumbres aún y con
algunos datos preocupantes. A las dos de la tarde, se registran doce
nuevos casos de contagio de COVID-19. El número de casos activos se
eleva a ochenta y cinco. Hay dos mil cuatrocientos veintiún
positivos acumulados, pero sin fallecimientos. El
Boletín Oficial de Canarias (BOC) ha publicado el sábado la
resolución con las medidas permitidas en la nueva normalidad, que se
estrena en las islas este domingo. En esta nueva etapa, el uso de
mascarilla será obligatorio si no se garantiza la distancia de
seguridad interpersonal de un metro y medio. Para los eventos y
actividades multitudinarias, se autoriza un máximo de 1.000 personas
en espacios abiertos y de 300 en interiores, con un acceso escalonado
para evitar las aglomeraciones. La resolución aprobada por el
Gobierno canario abre la puerta a algunas excepciones para superar
estas cantidades, aunque deben contar con la aprobación de la
Dirección General de Salud Pública de la Consejería de Sanidad.
No está de más recordar que reabrirán
los parques infantiles, con estrictas condiciones de higiene que
deberán ser controladas por cada uno de los ayuntamientos. En los
restaurantes, se deberá mantener la distancia de 1,5 metros entre
mesas, grupos de mesas o en barra; las cartas comunes se sustituirán
por dispositivos electrónicos, y los clientes deberán esperar a que
el personal les acomode en las mesas, previa limpieza y desinfección.
La nueva normalidad.
Las
unidades especializadas en violencia de género de la Policía
Nacional han detenido a 8.790 hombres durante el estado de alarma,
335 de ellos en Canarias, según los datos que facilita este domingo
la Policía Nacional en un comunicado.
En
toda España, durante el estado de alarma se han tramitado 8.412
denuncias y se han realizado más de 245.000 contactos con víctimas
y más de setenta mil ya que en este período, que ha durado tres
meses y una semana, la Policía Nacional ha "prestado una
especial atención a los colectivos más vulnerables".
En Canarias, ese dato de 335 detenidos por presunta violencia
machista, es inquietante, claro que sí. El resumen en Canarias, al
terminar el estado de alarma, es que hay quinientas setenta y ocho
detenciones y sesenta y dos mil ochocientas doce sanciones. Parecen
muchas, ¿no?
¿Qué
puede pasar en la playa de La Tejita, sur de Tenerife? Nadie lo sabe.
Y como si nadie quisiera saberlo. Pero la protesta crece y sigue, con
activistas encaramados a una de las grúas de la construcción den un
hotel en paraje natural. Las redes arden. Las administraciones, por
ahora, nada dicen.
Calurosa
tarde. Con razón hay cola para consumir helados en un
establecimiento cercano y en el que han colocado dos paraguas
gigantescos para protegerse del sol.
Mañana
toman posesión los nuevos consejeros del Gobierno de Canarias:
Manuela de Armas se hace cargo de Educación y Blas Trujillo, de
Sanidad. Curioso: Trujillo y Julio Pérez vuelven a coincidir en un
gobierno, veintisiete años después de que se consumara aquella
insólita censura perpetrada por Manuel Hermoso contra Jerónimo
Saavedra.
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