Lo
que de verdad da pena, señor Soler, es en lo que han convertido
ustedes Catalunya, a donde la quieren conducir, cómo barruntan
gobernarla... La admirada Catalunya, la vanguardista, la
emprendedora, la luchadora por las libertades, la europeísta, la
avanzada en el desempeño cultural y artístico, la tolerante y la
transgresora, la del seny, la
capaz de hacer unos memorables Juegos Olímpicos, la tierra que
acogió a tantos necesitados de trabajo, la que superó trances
históricos adversos... en qué la han transformado.
Es
lastimoso, de verdad, señor Soler, que unos nobles ideales que
pudieran sustentar el deseo de autodeterminación de un pueblo, hayan
generado tanta antipatía y tanto rechazo. Por unos modos
equivocados, por unos planteamientos maximalistas, por un victimismo
inapropiado, por acercarse al totalitarismo, por no haber sabido dar
una respuesta a la corrupción política que avergüenza a tanta
gente de bien, por el sectarismo y la exclusión de la que vienen
haciendo gala, por el menosprecio a la sensatez, por la fractura
abierta en la sociedad catalana, por amenazar a policías y
funcionarios, por purgar a disidentes en cargos de responsabilidad
pública, por el oscurantismo que se revela como último recurso de
lo que ya es una opera bufa... Son tantas cosas que sustancian la
decepción...
El
nuevo director de los Mossos d'Esquadra (policía autonómica), Pere
Soler i Campins, ya alardeaba de catalanismo y antiespañolismo hace
unos meses cuando proclamó (es un decir) en su cuenta de Twitter,
que “espero que nos vayamos ya
porque me dais pena todos los españoles”. No hace falta presumir
de españolismo, aquí y ahora, para rebatir a Soler y manifestar que
así ni se ganan adeptos ni se siembran las semillas de una
convivencia como nacionalidad o como Estado soberano. Porque lo que
dan pena son afirmaciones como esa que nada tienen que ver con las
características de la Catalunya que hemos conocido durante buena
parte de nuestra existencia. Ni el más mínimo favor a la rica
historia de la comunidad catalana, trufada muchas veces de
incomprensiones y atrapada en un debate sociológico reducido ahora
al simplismo superior de ser o no ser independientes.
Claro
que ha habido declaraciones y posicionamientos más graves que este
del señor Soler que habrá querido presumir de compromiso ideológico
cuando, en realidad, al ser designado para un cometido público tan
delicado como es gestionar la policía autonómica, debería estar
haciendo gala de mayor ecuanimidad que es (un suponer) el núcleo de
la profesionalidad que se aguarda de un cuerpo de seguridad.
Pero
no, señor Soler, lo que da pena es haber contrastado el propósito
que reserva a los Mossos: una policía entregada al régimen que
seguramente querrán implantar. No le den pena los españoles que
asisten, pacientes, tolerantes e indignados, a una carrera alocada
hacia ninguna parte. No le den pena quienes aún creen que con
política, diálogo, Constitución y Estatuto, es posible una
solución.
¿Sabe
lo que es penoso? El fundamentalismo y la pérdida de raciocinio.
Usted acaba de acreditarlo.
1 comentario:
Conviene recordar aquel "Tango de las madres locas" que cantaba Carlos Cano: "Cada vez que dicen patria, pienso en el pueblo y me pongo a temblar. Por las miserias que vienen, por los fantasmas de la soledad".
Un iluminado que utiliza la bandera para tapar su ineficacia y, a falta de razones, esgrime la "fe" como si la fe sirviera para construir hospitales y colegios o para pagar las pensiones.
En contraposición a las declaraciones del Señor Soler recomiendo leer el artículo de Isabel Coixet en El País de hoy.
Un saludo
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