Con
la cautela habitual, como cada vez que hacemos el análisis de
estadísticas del desempleo, tan dadas a la interpretación pese a
las bonanzas, empeoramientos y tendencias, y porque la naturaleza del
paro, no ya como problema estructural de la productividad económica,
obliga a tomar conciencia por las repercusiones negativas que acarrea
en en el seno de las familias y de la sociedad misma, desglosamos los
resultados de la última entrega de la Encuesta de Población Activa
(EPA), relativos al segundo trimestre del presente año, en lo que al
sector de la información y las comunicaciones se refiere, pues dejan
entrever unas cifras que alivian, solo alivian, el desasosiego que
caracteriza el ejercicio de la profesión periodística.
Arranquemos
de los datos globales: el paro bajó en ese período en ciento
veinitrés mil seiscientas personas, un 3.7 % menos que en el
trimestre anterior. La tasa se sitúa, con siete décimas menos, en
el 14 %, su nivel más bajo desde diciembre de 2008. La tasa de
actividad alcanzó el 58,7 %, mejorando un punto porcentual entre los
meses de abril a junio. El volumen total de desempleo en el país
sigue asustando: afecta a tres millones doscientas treinta mil
seiscientas personas.
Y
detengámonos en el sector epigrafiado como información y
comunicaciones. Hay un descenso -recuerden: segundo trimestre de
2019- de cinco mil cien personas en las listas de desempleo. Se
repite la tendencia a la baja al pasar de treinta y tres mil
ochocientas a veintiocho mil setencias personas. Sobre el papel, es
un dato positivo pero no tanto si se compara con el del segundo
trimestre de 2018, que se saldó entonces con veinticuatro mil
novecientos periodistas parados. Quiere decirse que en un año hay
tres mil ochocientos desempleados más. En números interanuales,
pues, la cosa no pinta bien: siguen siendo negativos.
Conclusión:
solo hemos asistido a una leve mejoría, a un alivio, porque se sigue
destruyendo empleo, confirmación principal de la crisis que padecen
los profesionales con los cierres de empresas, cabeceras o programas.
Las opciones de empleo siguen siendo muy limitadas, como comprobarán
quienes intentan incorporarse al mercado laboral, ya sean licenciados
de nuevo cuño o profesionales que, por muy distintas razones, cesan
en sus cometidos.
La
carrera sigue teniendo un futuro muy incierto. Se estima que cada año
se gradúa una media de dos mil licenciados en periodismo y muchos
otros de comunicación audiovisual. Deben competir, por cierto, para
los mismos puestos. De ellos, solo un 50 % consigue empleo. Ello nos
da idea de las dificultades para el desempeño profesional una vez
superados los estudios superiores. Un informe de la Universidad
Nebrija, por cierto, señala que debido a una crisis que se prolonga
y a la implantación de nuevas tecnologías, ahora se buscan
“profesionales holísticos, que sepan hacer de todo”. En el caso
de los periodistas, háganse una idea: elaborar la información,
editar, emitir o locutar la noticia, todo ello teniendo en cuenta las
naturales u obligadas exigencias de valoración y contraste de la
información .
Lo
dicho: cifras que alivian, pero el problema (y sus circunstancias)
subsiste.
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