Hay
contradicciones políticas tan flagrantes que es difícil evitar
comentarlas.
Debate
de investidura de la nueva presidenta de la Comunidad de Madrid,
Isabel Díaz Ayuso. En un turno de répica, el portavoz de Más
Madrid, Iñigo Errejón, se explaya y pone en evidencia las
debilidades de la candidata. Esta se revuelve y lanza su contrataque:
-Es
usted el personaje más traidor de la política española.
La
traición está referida a lo ocurrido con el dirigente de Unidas
Podemos, Pablo Iglesias:
-Le
debe todo a Iglesias al que dejó tirado en el momento más difícil,
porque ahora le interesa la política madrileña.
Al
día siguiente del debate, el primer nombre que salta para la
composición del nuevo ejecutivo madrileño es el de Ángel Garrido,
ex presidente de la Comunidad matritense con el Partido Popular al
que abandonó para integrarse en Ciudadanos. Ahora es consejero de
Transportes e Infraestructura.
Pregunta
obligada: ¿es un caso de traición política o transfuguismo? Y
otra: la acusación que se hace a Errejón durante el debate, ¿sería
válida para reprobar el comportamiento de Garrido?
Ya:
será que, como tantas otras cosas, se tolera sin más. Qué más dan
las contradicciones: pelillos a la mar, ya saben. Y el largo
etcétera, hasta el basurero de la desmemoria.
¡Ay
'tamayazo', cuánto daño has causado!
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