miércoles, 21 de agosto de 2019

INFLUENCIA DE LAS TECNOLOGÍAS


Utilizamos nuestros teléfonos más de ochenta y cinco veces al día y podemos estar en línea unas veinticinco horas por semana, concluyen algunos estudios sobre la incidencia de las tecnologías y las nuevas formas de comunicar en el ámbito de las relaciones personales. Los cambios son evidentes, con dispositivos cada vez más perfeccionados y más aptos para hacer todas las funciones imaginables: los teléfonos son extensiones de nosotros mismos y resultan indispensables para desenvolverse socialmente.
Hay quienes hablan de revolución en los hábitos o usos sociales, bien es verdad que, según los estudios, hay una desventaja evidente: pasamos demasiado tiempo mirando la pantalla cuando deberíamos interactuar más con quienes nos rodean.
Las tecnologías, además, avanzan de forma incontenible. Lo que hoy parece el summum dentro de semanas o meses será superado. Vienen para ser asequibles y para quedarse, lo que obliga a informarse constantemente y a reflexionar sobre el empleo de las mismas de la forma más responsable.
Porque llegan a todos los ámbitos, cambian las relaciones personales. Y en ese sentido, hay que ser conscientes de las limitaciones, aunque hablar de limitaciones, a estas alturas y en el inmenso universo de las comunicaciones, pueda parecer contradictorio.
Por ejemplo, el ámbito familiar. La estampa de los miembros de la unidad familiar, cuatro o cinco, sentados a la mesa a la hora de almorzar, todos manejando el dispositivo móvil, contestando mensajes o guasaps o siguiendo videos. No hablan, o no comen, o comen sin ritmo, todos pendientes de la pantalla dichosa. Es evidente que se asiste a una escena extraña, desequilibrada, que obliga a adoptar algunas medidas -no tienen por que ser severas- para minimizar el uso de las tecnología en el domicilio familiar.
De los estudios aludidos se desprende que los más jóvenes “crean un nuevo mundo social ajeno de sus progenitores que crea desconfianza y hermetismo”. Claro, esto significa que es casi imposible obviar las ventajas de una mejor comunicación con sus amistades. Pero lo peor es que esta adicción a las nuevas -y no tan nuevas- tecnologías están reemplazando la atención de los padres a sus hijos cada vez más, o lo que es igual, empiezan a ser un recurso para contentar a los más pequeños.
Y no solo las relaciones familiares se ven afectadas. Las de pareja, según los informes, son las que más han cambiado. Y no siempre para bien, precisamente. Los datos son reveladores: la proporción de personas que se conocieron por primera vez en línea se incrementó más de un 80 %, lo que ha generado un aumento extraordinario en la vida social de las personas, con sus ventajas e inconvenientes añadidos.
Lo dicho: los teléfonos son extensiones de nosotros y la interacción con las personas es inconmensurable.

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