Podrá
parecer una figura en desuso pero no puede negárseles una
contribución decisiva para conocer la historia de un municipio.
Horas y horas de estudio, repaso e investigación, seguro que en
condiciones físicas o ambientales muy precarias. Cientos, miles de
anotaciones. Consultas y contrastes. Algún dato incompleto y otro
roto o deteriorado. El cronista, el cronista oficial estaba allí,
para alumbrar un pregón o una entrada a insertar en el programa de
las fiestas de la localidad o un texto alusivo a algún
acontecimiento, suceso o personaje sobresaliente merecedor de ser
perpetuado. Al cronista oficial se le debe el rescate y la
conservación de documentos, gráficos o escritos. Su celo, su
sensibilidad y su profundo amor al lugar donde nacieron o se criaron
fueron determinantes para reconstruir no pocos episodios históricos
y conocer mejor figuras destacadas y populares del municipio.
Mucho
mérito, desde luego, tuvieron aquellos que se desenvolvieron entre
carencias e incompresiones, con muy escaso respaldo y sin otra
satisfacción que ver publicados los resultados de algunos trabajos
caracterizados por la constancia. Y donde no había máquinas de
escribir, manuscribían sus propias impresiones, sus expurgos, y
pasaban en limpio anotaciones. Los que daban un paso más, hasta
oficiaban de archiveros. Fueron baluartes del costumbrismo y las
tradiciones locales. Fueron personas respetadas, a quienes
consultaban dudas y requerían aclaraciones sobre hechos y conexiones
familiares.
Con
el paso del tiempo y la evolución de las comunicaciones, el papel
del cronista empezó a ser otro. Cierto que su valoración depende
del interés con que en su ayuntamiento se tomen la historia y la
proyección. Deberían ser los munícipes más sensibles con la
intrahistoria y dedicar más recursos a la archivística y a los
departamentos supuestamente encargados de guardar, conservar y
reciclar todo ese material merecedor de mayor atención.
Desgraciadamente, los gabinetes de las corporaciones, aquéllas que
los tienen, no han dedicado a estas tareas -salvo en muy contadas
ocasiones- la atención suficiente. En Canarias existe una Junta de
Cronistas Oficiales que se desenvuelve con mucho entusiasmo a la hora
de editar o publicar. Los cronistas son los primeros interesados en
cultivar la memoria y los elementos históricos de sus respetivos
pueblos o ciudades. Son treinta y uno, mientras que los municipios
son ochenta y ocho. La ex presidenta del Parlamento, Carolina Darias,
sugirió en el curso de una recepción en la Cámara, que se podía
impulsar la creación de la figura a través de las federaciones
canarias de islas y municipios (Fecai y Fecam).
En
el quehacer de los antiguos ejercientes, figuraba la confección y
custodia de un Libro de Efemérides en el que recogían los
acontecimientos notables sucedidos en la localidad. En 1962, por
ejemplo, el gobernador Ballesteros Gaibrois dictó una orden según
las cual todos los ayuntamientos debían designar cronista oficial.
El 6 de agosto de aquel año, la corporación municipal del Puerto de
la Cruz, entonces de trece concejales, presidida por Isidoro Luz
Carpenter, aprobó el nombramiento correspondiente de Nicolás
Pestana Sánchez. Era secretario Manuel Florían de Tomás Ibáñez e
interventor de fondos, Pedro Martínaez López. Pestana hace constar
(y firma) en aquel Libro de Efemérides, con fecha 14 de agosto de
1962, que no encontró en los archivos libro o documento similar,
“costumbre que data de los tiempos de Carlomagno y que los
cristianos escribian en blanco de los libros sagrados que guardaban
en sus archivos como depósitos sagrados y que se transmitían de
geneación”. Así se estrenaba, ni más ni menos, hace cincuenta y
siete años. El libro es una delicia para quienes puedan estar
interesados en los orígenes turísticos del Puerto de la Cruz y en
los entresijos de la política local e insular de entonces.
Pestana
cesó, según su propia anotación, por acuerdo del pleno del 30 de
diciembre de 1963, comunicado el 11 de enero del siguuiente año,
fecha en que finaliza las anotaciones en el presente libro, donce
consigna “trabajos históricos realizados por el que suscribe
durante el período de tiempo que desempeñó el cargo de cronista
oficial” de la ciudad portuense.
1 comentario:
Leo todo lo que encuentro acerca de la historia del Puerto...se debería potenciar, el conocimiento de nuestra historia...y sobre todo la del lugar donde se nace..o como tú bien dices...se cría...un abrazo.
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