La
pandemia, sobre todo ahora que hay rebrotes en lo que se supone es
plena normalidad, va dejando enseñanzas. También para el
periodismo. Y la comunicación. Hay nuevos planteamientos para casi
todo. O están en fase de revisión. La experiencia ha sido dura y
costosa, está obligando a un ejercicio de imaginación con tal de
racionalizar y mejorar productos. En otros casos, no: hay quien
prefiere los viejos métodos y prefiere navegar en ellos, creyendo,
simplemente, que aquí no ha pasado nada y que todo volverá a ser
como antes. Al menos, mientras haya anunciantes incautos y los
editores inmovilistas sigan aferrados a sus posiciones para defender
los intereses ya conocidos.
No
interesan. Solo contribuirían a la crisis de valores de la profesión
y el modo de ejercerla. Despiertan la atención quienes arriesgan,
quienes incursionan nuevas vías, quienes sugieren y prueban
innovaciones. Las redes sociales obligan a cambiar la manera en que
se hace periodismo pues debe tenerse en cuenta que los consumidores
de información no solo se nutren de los propios medios sino que
aquélla fluye, en la inmensidad de la red, desde los mismos
contactos. O sea, un efecto multiplicador extraordinario.
Lo
ha dicho el director de investigación de la Universidad
Internacional de La Rioja (UNIR), Jesús Díaz del Campo, quien, a su
vez, es el director principal del Grupo Comunicación y Sociedad
Digital (Coysodi), en una entrevista concedida recientemente a la
agencia Europa Press. Considera que, ante la proliferación de
información en las redes sociales, “los medios de comunicación
tienen que reforzar su labor de verificación de las noticias”. Y a
su vez, muy importante, “reivindicarse”. Porque de ese modo, el
periodismo saldrá fortalecido.
Las
razones del profesor Díaz del Campo son muy consecuentes. Se trata
de hacerlo bien, de ganar terreno y producir tratamientos que
resulten realmente fiables. Han sembrado las dudas, con una cosecha
asombrosa tras la circulación de bulos que cuelan y mentiras cuya
cantidad es imposible de desmontar. Y ahora hay que saber dar
respuestas preventivas y contundentes. “Tenemos más información
que nunca –declara- pero también más desinformación que nunca ya
que muchas de las cosas que nos llegan a través de las redes no
sabemos hasta qué punto son de fiar”. Pone como ejemplo lo
ocurrido durante el confinamiento: “Teníamos cada vez más
noticias pero aún así la ciudadanía tenía más necesidad y
consumía cada vez más noticias al estar en casa, por lo que ha sido
una oportunidad para reivindicar el periodismo”.
Por
eso, cree Díaz del Campo que si el periodismo, “lo que hace ahora
es reforzar sus procesos habituales y sus rutinas, por las que tiene
que verificar las noticias, tomarse su tiempo y elaborarlas, logrará
que el ciudadano reaccione y busque, sobre todo, las fuentes que
considere fiables”. Ese sería el gran objetivo: fortalecer el
espíritu crítico de los consumidores de información para evitar
los trágalas (hecho por el que se obliga a alguien a aceptar o
soportar algo a la fuerza), las falacias, la sustitución de
información por la opinión, los sesgos, los usos inapropiados del
lenguaje y otras impurezas que cuestionan, de facto, el producto
informativo. Para tener lectores mejor informados, es indispensable
disponer de rigor, fiabilidad y solvencia.
No
es necesario explicar el porqué. Está contrastada la tendencia de
muchas personas que no necesitan buscar noticias sino que, al estar
en contacto con redes o siguiendo a determinadas usuarios, ya van a
acceder a ellas, por lo que los ciudadanos las filtran o no, a
conveniencia. Los riesgos de subproductos, en ese sentido, son
evidentes. Si no se hace lo elemental, es decir, verificar; si no se
consulta a todas las partes afectadas, se incurrirá en una
irresponsabilidad manifiesta, o lo que es igual, se estará
transmitiendo información falsa y será muy fácil colar
paparruchas.
Por
eso, en sus declaraciones a Europa Press, el profesor Díaz del Campo
ha lamentado que “se está perdiendo sentido crítico, y eso no es
solo responsabilidad de los medios, sino que cuando existen las redes
sociales, nosotros, como ciudadanos, tenemos que aprender a
distinguir y hacer un poco de criba entre las noticias más serias y
los contenidos que son de cualquier tipo menos noticias”.
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