Relevo,
previa censura, en la alcaldía de Santa Cruz de Tenerife. Nueva
etapa recién iniciado el segundo año del mandato, cuando hay que
propiciar la velocidad de crucero para completarlo, conforme a la
tarea de planificación que se haya podido hacer, la experiencia que
los ediles hayan podido adquirir en su desempeño y gestionar con
solvencia, la capacidad de comunicación que se posea para persuadir
a la ciudadanía de los logros y avances y la solvencia política que
se pueda acreditar con tal de intentar renovar la confianza de los
electores y seguir gobernando o ganársela erigiéndose en
alternativa con propiedades.
Resulta
interesante este segundo período del undécimo mandato pues varias
asignaturas en liza suscitan unas cuantas incógnitas. Cómo gobernar
contra reloj, una de ellas, teniendo en cuenta los apremios y sin
perder de vista que hay temas pendientes, algunos de naturaleza y
resolución complicada. Cómo administrar el activo acumulado, otra,
si es que la gente no lo ha olvidado. Gobierno y oposición en la
capital se aprestan a librar una batalla política inédita, plena de
incertidumbres y condicionada por una censura en la que no han
faltado aderezos que los protagonistas, censurantes y censurados,
manejarán en el presente y en el futuro a su antojo, da igual
contemplando a distancia o de reojo cercano y receloso si las
conversaciones para refrescar el pacto antitransfuguismo producen
alguna ocurrencia, más o menos afortunada. Dará igual: los
políticos no harán caso de los posibles acuerdos. Mientras todo
dependa de tener un voto más (las circunstancias en que se obtenga
son un cantar novelesco), se perderán en debates estériles,
filosofías de enredo y saltos legalistas hasta acabar en tribunales
mientras se van arbitrando soluciones provisionales, no importa que
al margen de la ley, precisamente.
De
momento, parece claro que la censura en Santa Cruz no fue acogida con
grandes entusiasmos que digamos. Ahora se sucederá la retahíla de
justificaciones, pero serán más ornamentales que otra cosa. Quienes
recobran el gobierno saben que no volverá a ser como antes, por
mucho apoyo mediático que se revuelva. Ahora, incluso, es una
fórmula nueva, aunque la entente nacionalista-conservadora ya haya
sido ensayada. Alguno jugará a no ser comparsa siquiera para no
repetir papel en el futuro. Deben esperar una cruda fiscalización,
si bien los socialistas parten a sabiendas de que no bastará para
intentar repetir el resultado de 2019. Entonces, Patricia Hernández
obtuvo un excelente resultado porque discutió de tú a tú con sus
adversarios. Quiso y supo hacerlo. En escenarios, además, que les
eran o habían sido históricamente muy favorables. Y salió airosa.
Ahora,
ni siquiera el afán de castigo del electorado a una opción que se
había eternizado en el poder y que lucía hasta cuatro alcaldías,
será una baza teóricamente beneficiosa. Revanchismo, no. Queden
para otros esos afanes. Igual de dudoso es el victimismo que, en todo
caso, el socialismo tiene que saber administrar, teniendo en cuenta
que otros lo hacen muy bien y no renunciarán a fórmulas que lo
renueven. Pero la experiencia ganada debe ayudar y ser un punto de
apoyo consistente para emprender, esto es, hacer una oposición
imaginativa y perseverante, con propuestas incesantes con las que no
ir a remolque y obligar al grupo gobernante a rechazar siquiera por
la vía de carencia de ficha financiera. Ese, al final del mandato,
es un factor de medición importante.
Claro
que para esto es primordial el papel del partido que seguro será el
principal sostén para alcanzar las metas… ojo, si funciona, si
mantiene el pulso y si despliega una actividad cuyo latido se note.
Lo contrario será retornar a los viejos hábitos que nunca
propiciaron un triunfo socialista en la capital. A estas alturas,
está claro que hay que captar apoyos o respaldos electorales de
todas partes en medio de un ambiente poco propicio para la política
en general. Cierto que las campañas se hacen en otros foros, luego
éstos no serán productivos si no cuentan con un activismo serio y
participativo.
Por
supuesto, será una batalla política muy atractiva.
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