En
los últimos días de enero del presente año, comentábamos la
llegada a nuestro país del australiano Philip Alston, relator
especial del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las
Naciones Unidas (ONU), quien traía como misión el procesamiento del
sistema de protección social, especialmente en lo que atañe a la
persistente pobreza entre los niños, los migrantes y la comunidad
gitana. Su trabajo, como anticipábamos entonces, habría de ser
presentado en julio.
Los
resultados, en efecto, ya están aquí. Ha sido el sustituto de
Alston, Olivier de Schutter, quien los ha dado a conocer para poner
evidencia la gravedad de algunas carencias, acentuada durante el
estado de alarma. El relator indicó que pese a que España es una
nación rica, afronta problemas de envergadura como “una enorme
crisis de vivienda y paro estructural entre sus jóvenes”.
Una
de las conclusiones es que la cuarta parte de la población española
vive en la pobreza o está en riesgo de exclusión social. Y, como
decimos, esos dos problemas se han agravado desde marzo. Hace apenas
una semana, se supo que el Sindicato de Inquilinos celebraba que se
hubiera establecido un índice de precios de alquiler. Además,
reivindicó que se actualizara con arreglo a la nueva realidad que va
surgiendo de la pandemia “porque los ingresos de la población
están cayendo y ello hace que muchos alquileres sean inasumibles”.
Fuentes del sindicato indicaron –y así se recoge en el informe-
que si se quiere que la regulación sea efectiva, “conviene adaptar
las políticas a la coyuntura política y social en la que vivimos”.
Alston
constató, durante su investigación, que a principios de febrero,
antes de la declaración del estado de alarma, España era un país
rico y hasta pareciera que prosperarse económicamente: “O sea, que
España se puede permitir hacer mucho más por las personas de bajos
ingresos”, escribió el entonces relator, antes de significar que
hay dificultades similares en todas la comunidades autónomas. "Hay
los mismos problemas, de viviendas que son imposibles de pagar, de
desempleo, de salarios y condiciones inadecuadas y mucha gente que
trabaja a tiempo completo pero aún así no gana lo suficiente para
vivir de ello", se explica en el informe.
Que,
por otro lado, se apoya en estudios como los de la organización
‘Oxfam Intermón’ que explican que se necesitan seis mil
cuatrocientos millones de euros (aproximadamente el 0,55 % del
Producto Interior Bruto) para sacar de la pobreza a cuatro millones
de personas. Esta ONG denunció que el sistema de protección social
en España está no sólo infradotado de recursos económicos, sino
que también es regresivo y su capacidad de reducir la pobreza es
limitada. Deja desprotegidos a jóvenes o a mujeres en situación de
precariedad que no han podido integrarse en el mercado laboral y "a
decenas de miles de hogares".
Precisamente,
de los jóvenes se habla en el informe que recoge datos de la
Organización Internacional del Trabajo. Uno de ellos resulta
relevante: uno de cada seis jóvenes, de 18 a 25 años, ha perdido su
trabajo a raíz de la emergencia sanitaria. Además, los jóvenes que
siguen trabajando han visto reducida su jornada en un 23% de media,
según el informe sobre el impacto de la Covid-19 en el mercado
laboral, siendo las mujeres jóvenes las más perjudicadas. Un tercio
de los asalariados y los autónomos se quedaron sin la posibilidad de
trabajar por una causa de fuerza mayor, en un país en el que decenas
de miles de familias no tuvieron recursos para comer en apenas una
semana y en la que, según las estimaciones oficiales, más de cuatro
millones de hogares padecen pobreza energética.
Por
eso, de Schutter valoró medidas como el Ingreso Mínimo Vital que
contribuirá a paliar estas dificultades, “beneficiando a alrededor
de 1,6 millones de personas que viven en la extrema pobreza”.
Con
tales estadísticas, la nueva realidad es muy preocupante. Las
previsiones de las instituciones económicas europeas despiertan,
cada cierto tiempo, cada vez más corto, un panorama casi desolador.
Se impone reforzar los planes y los recursos que permitan hablar con
fundamento de superar la crisis. La situación empieza a agobiar.
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